Continuación
CHOLULA.- La gastronomía en los
conventos marcarían la pauta en la creación de diversas zonas destinadas a la
producción, elaboración, conservación y consumo de alimentos.
Fue en estas
cocinas donde las monjas hicieron del azúcar un instrumento más de su barroca
imaginación. Con osada destreza decidieron mezclarla por ejemplo con yemas de
huevo, almendras, canela de cuya combinación surgió una amplia gama de
suculentos y sofisticados dulces que bautizados con nombres tan sugerentes como
los alfajores de luz, el dulce del cielo, el caldo de ángeles, o la salsa de
San Blas, se convirtieron en las golosinas predilectas de la corte virreinal e
hicieron de los conventos los principales aportadores de éstas.
Muchas de
las recetas de repostería creadas por estas mujeres se integraron
deliciosamente a una sociedad cuya dieta era rica en azúcares y grasas, pues la
robustez era ideal de belleza en la época.
Entre
algunos de los conventos que se volvieron famosos podemos mencionar el de Jesús
María, el de Sata Clara, a quien se adjudica la invención del dulce de camote y
el de Santa Mónica, por la invención del preciado rompope.
La orden de
las Jerónimas, conocida por haber albergado en sus recintos a Sor Juana Inés de
la Cruz, adquirió también un gran prestigio por sus postres.
No solo las
clases acomodadas disfrutaban de estos postres, se pregonaban por la calle otro
tipo de dulces, como los muéganos, las mantecadas de tubo, los barquillos, el
azúcar cande, y los buñuelos bañados de
miel que eran muy consumidos por los habitantes e la ciudad de México.
Otros
productos de amplio consumo popular procedentes de la combinación del azúcar
con alimentos de origen indígena, fueron por ejemplo el acayotl, el agua de
chía, el ya mencionado chocolate aromatizado con dos esencias de origen árabe,
el jerez y el anís, y ni qué decir del famoso aguardiente de caña o
chinguirito, cuya amplia aceptación y consumo generó serios dolores de cabeza a
las autoridades virreinales.
En el siglo
XVII y de acuerdo con la tradición, fue en el convento de Santa Rosa, en Puebla
de los Ángeles (ciudad fundada en 1531), y en su tránsito obligado para ir a la
gran capital, en el convento de Santa Rosa, fue donde surgió el mole.
¿Qué opina
usted mi estimado lector?
Pensamiento:
Un desacuerdo tal vez sea la distancia
más corta entre dos mentes. Gibrán Jalil Gibrán, filósofo libanés.
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