CHOLULA.- Y llamó Dios a la expansión
Cielos, Gn. 1-8. Mansión gloriosa tengo yo en el cielo, donde las maldades
nunca entran, toda tristeza cambiará en consuelo y en dulce canto el dolor y
afán. Bellas mansiones hay allá en la gloria, tendrá en la mía gozo sin par.
Suenen las notas la grata victoria, voy pues con gozo a mi dulce hogar.
Descripción
del cielo.- Es eterno, no del sol, porque Dios el señor la ilumina, y reinarán
por los siglos de los siglos, Ap. 22-5. La ciudad no tiene necesidad de sol, ni
de luna, que brillen en ella porque la gloria de Dios, la ilumina, y el cordero
es su lumbrera, Ap. 21-23.
Es una
ciudad.- “La Ciudad Santa”, y me llevó en el espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran
Ciudad Santa de Jerusalén, que descendía del cielo de Dios teniendo la gloria
de Dios, y su fulgor era siempre al de una piedra preciosísima como piedra de
Jaspe, diáfana como el cristal, tenía un muro grande y alto con doce puertas y
en las puertas, doce ángeles, y nombres escritos, que son los de las doce tribus
de los hijos de Israel; al oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur
tres puertas, al occidente tres puertas. Y el muro de la ciudad tenía doce
cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del codero. El
que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus
puertas y su muro. La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es
igual a su anchura, y él midió la ciudad con la cala, doce mil estadios, la
longitud, la altura y la anchura de ella son iguales, y midió su muro, ciento
cuarenta y cuatro dodos, de medida de hombre, la cual es de ángel.
El material
de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio
limpio; y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra
preciosa. El primer cimiento era jaspe, el segundo: zafiro, el tercero: ágata,
el cuarto: esmeralda, el quinto: ónix, el sexto: zafiro, el séptimo: orsólito,
el octavo: berilio, el noveno: topacio, el décimo: crisopraso, el undécimo:
Jacinto; el duodécimo: amatista. Las doce puertas eran doce perlas, cada una de
las puertas era una perla, y la calle de la ciudad era de oro puro,
transparente como vidrio; y no vi en ella templo, porque el señor Dios
todopoderoso es el templo de ella, y del cordero. La ciudad no tiene necesidad
de sol, ni de luna que brillen en ella, porque la gloria de Dios la ilumina, y
el cordero es su lumbrera, y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la
luz de ella, y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
Sus
puertas nunca serán cerradas de día, pues ahí no habrá noche, y llevarán la
gloria y la honra de las naciones a ella. No entrarán en ella ninguna cosa
inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están
inscritos en el libro de la vida del cordero, Ap. 21. 10 al 27.
No está
hecho de manos.- Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este
tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de
manos, eterna, en los cielos, 2. CO. 5-1.
El cielo ha
sido preparado para: Los santos justos.- Entonces el rey dirá a los de su
derecha: Venid, benditos de mi padre, heredad el reino preparado para vosotros
desde la fundación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve
sed, y me disteis de beber, fui forastero, y me recogisteis, estuve desnudo, y
me cubristeis, enfermo, y visitasteis, en la cárcel, y vinisteis a mí, entonces
los justos le responderán diciendo: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento, y te
sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? Y ¿Cuándo te vimos forastero, y
te recogimos, o desnudo, y te cubrimos o ¿Cuándo te vimos enfermo, o en la
cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el rey les dirá; De cierto os digo que e
cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis, en este mundo predomina el llanto, somos sujetos al dolor fatal.
Dios te ama.
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