CHOLULA.- En plática de café, el amigo
Juan Taylor hablaba sobre la ética que a todos niveles, sentidos y en una gran
mayoría de actividades se está perdiendo. Estamos de acuerdo, porque en la
enseñanza de las escuelas, han depurado algunas materias importantísimas para
el desarrollo armónico de la sociedad de la que es parte el individuo. Tenemos
que vivir en una interdependencia constante, voluntaria e involuntaria, en la
que el individuo debe apegarse a ciertas leyes, escritas o no (usos y
costumbres) para desarrollar sus actividades cotidianas.
Antes se
aprendía civismo desde temprana edad. Se hacía hincapié en los valores en
general; el respeto a los mayores, a los padres y maestros, a los compañeros y
a los demás en general. Las personas se saludaban, los mayores se quitaban el
sombrero cuando entraban en casa ajena y jamás se sentaban a la mesa con él
puesto, se consideraba una grosería. También se aprendía historia y se
inculcaba el patriotismo y el respeto a los símbolos y héroes patrios. Hacía
que el niño o joven, empezara a sentir orgullo de ser mexicano, real,
auténtico, alejado del patrioterismo novelesco.
Más Vale ser Historiador, que Profeta
El retiro de esas 2 materias antes
mencionadas, del programa educativo, fueron clave para la descomposición social que de un tiempo acá, se ha sentido, aunado
al desarrollo de la t. v. y el abandono del objetivo social de los gobiernos.
No se Puede Querer Algo que no se Conoce.
Cómo se va a querer un país, si no se conoce ni siquiera su municipio. Por eso
los pedagogos y quienes planean los programas, deberían incluir una enseñanza
nacionalista, por ejemplo: que en la primaria se enseñara lo correspondiente a
su municipio; en secundaria lo de su Estado; en la prepa el país y en adelante
lo universal. Encaminado todo a despertar el amor a nuestra patria, desde
temprano.
Carecer de
eso, es hacer individuos apátridas, que con un poco de estudio en el
extranjero, vienen a gobernarnos como mesías, con intereses ajenos a nuestro
país, abandonando su verdadera misión, omisos en patriotismo y humanidad; son
los que nos tienen como nos tienen. ¡Cuánta razón tiene el amigo Juan!
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