Continuación,
opinión de Oscar Wilde
CHOLULA.-Hace unos años se le ocurrió a
un grupo de hombres recorrer el país proclamando los deberes de la propiedad
privada y tanto y tan engorrosamente que sacaron en conclusión que la propiedad
privada no solo tiene deberes sino que los tiene en gran número que constituye
un verdadero semillero de disgustos, responsabilidades y una consagración a los
negocios y una preocupación intolerable.
Si la
propiedad privada no extraña satisfacciones podríamos soportarla, pero sus
numerosos deberes la hacen la hacen completamente insoportable en propio
interés de loso ricos tenemos que suprimirla.
Las virtudes
de los pobres pueden admitirse después de todo aunque no por ello resulten
menos lamentables. Nos dicen con frecuencia que los pobres agradecen la caridad
y los beneficios que se les hacen.
Algunos lo
agradecen, y otros son ingratos, rebeldes e ingobernables. Y hay que reconocer
que están e su perfecto derecho. Comprenden que la caridad es un medio
ridículamente establecido y hay que reconocer que están en su perfecto derecho,
y lo consideran una limosna sentimental.
Porque iban
ellos, a ¿Agradecer las migajas que caen de la mesa del rico? Lo justo sería
que ellos se sentasen también en esa mesa, y empiezan ya a saberlo.
En lo que a
su descontento se refiere que no estuviera en ese ambiente y con una vida tan
mísera. La rebeldía para todo lo que haya sido la historia es una virtud del
hombre. Ella y la desobediencia han
hecho posible el progreso humano.
Acordémonos
de Francia y la guillotina. A veces se elogia ante los pobres la virtud del
ahorro, pero aconsejar el ahorro a los pobres es insultante. Es como aconsejar
al que se está muriendo de hambre que no coma tanto.
En un
trabajador del campo o de la ciudad, la práctica de ahorro sería una verdadera
inmoralidad, negarse a vivir de tal modo y es preferible robar o acudir a la
asistencia pública, cosa que se considera, como una forma de robo.
Continuará.
¿Qué opina
usted mi estimado lector?
Pensamiento:
El que más anhela es el que más vive. Gibrán Jalil Gibran.
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