Mefistófeles Seduciendo
al Peje
Por Alejandro MARIO FONSECA

Pues bien, aquel berrinche del Peje hoy en día se me antoja más como
una profecía, o mejor dicho como una maldición, que a la vuelta de 12 años se
ha hecho realidad.
Se trata de un largo proceso de deterioro y degeneración de las
instituciones de gobierno, en todos sus órdenes y en todos sus poderes. Además,
la economía y la sociedad se han visto seriamente afectadas.
Así que, sin saberlo, o sin proponérselo, el Peje lanzó una maldición
que se hizo realidad y lo paradójico es que ahora, si es que él gana la
presidencia, será el encargado de expulsar al diablo de las instituciones de
gobierno.
No sé a usted, pero a mí no me
cabe la menor duda de que la actual administración del gobierno federal va a
pasar a la historia como el colofón de toda una zaga de corrupción, abuso,
despilfarro e impunidad de los gobiernos priistas y panistas. Pero a ver ¿por
qué AMLO mandó al diablo a las instituciones? Profundicemos un poquito.
“Haiga sido como haiga sido”
Después de robarse las
elecciones Felipe Calderón fue reconocido como triunfador de la elección
presidencial en medio de protestas que alegaban fraude.
La respuesta del panista fue
lacónica y sarcástica, dijo: “Haiga sido como haiga sido, pero ganamos”,
evadiendo así una condición de ilegitimidad que lo ha perseguido como un
fantasma.
Y como dice José Gil Olmos de
la revista Proceso, en la política mexicana todo es posible, hasta hacer
que exista el “haiga” como sinónimo de fraude.
Lo que vino después de aquel
desplante de cinismo y arrogancia, fue un gobierno de corrupción e impunidad,
de violencia e inseguridad, en el que la hipocresía sería la marca distintiva
del gobierno de Calderón.
Sí, de hipocresía, del deseo de
esconderse de los demás motivos reales o sentimientos, porque Felipe Calderón
venía del Partido Acción Nacional, del partido del “bien común”, de la
“subsidiaridad, en suma, del partido de la Doctrina Social Cristiana.
Ya Vicente Fox, el “bufón del palacio”
había resultado un hipócrita simplón y lengua larga, pero Calderón se llevó el
premio mayor. Pasará a la historia como el presidente del despilfarro, de la
manipulación de la pobreza y del terror. Ya algunos analistas lo llaman “el
señor de la guerra”.
Poco a poco el tiempo le ha ido dando la razón a AMLO
Pero regresando al tema,
después del berrinche de AMLO y del claro fracaso de los gobiernos panistas,
regresarían los priistas al gobierno federal. Y tras un nuevo intento el Peje
perdería las elecciones y esta vez sí que perdió.
Así es la política en México.
Mucho dinero ilegal en combinación con una campaña publicitaria (principalmente
televisiva) se combinó con una especie de apuesta por el regreso a la seguridad
de un gobierno “fuerte y respetable”.
Peña Nieto tenía objetivos
claros: retomar la política de modernización económica profundizando las
reformas del salinato. Todos se aglutinaron en torno a un pacto nacional
reformista con excepción de AMLO, que tras romper con el PRD fundó su propio
partido: MORENA.
Poco a poco el tiempo le ha
ido dando la razón al Peje. Las reformas de Peña, si es que han dado algunos
frutos, se han visto ensombrecidas por los escándalos de corrupción que
empezaron a brotar por todos lados y por la violencia e inseguridad que se
incrementaron.
El PAN y el PRD se
desdibujaron y hoy en una alianza absurda se esfuerzan por sobrevivir. Sus
líderes se han debilitado mucho y ya casi nadie les cree. Mientras tanto las
filas de MORENA engrosan día con día. Políticos de todos los colores e
ideologías le apuestan al favor del Peje para que les de alguna candidatura.
El plan B del PRI
Y ahí estamos, al Peje todo se
le va dando. Ya casi siempre está de buen humor y se enoja poco. Su carisma se
incrementa y se mantiene firme en las encuestas. Se ha ido volviendo inmune a
los ataques. Ya muy poca gente se cree eso de que es “un peligro para México”,
“chavista”, “financiado por los rusos” … ya no saben que inventarle.
Muy probablemente, lo que
estamos por vivir es una guerra sucia nunca antes vista, pero no contra el
Peje, porque lo fortalece; sino entre los candidatos del PRI y del PAN-PRD. Y
ya empezó, los ataques están durísimos entre Anaya y Meade. Se están dando
“hasta con la cubeta”.
Pareciera absurdo y hasta
paradójico, pero no lo es. El PRI ya no tiene mucho que perder, así que está
apostando su resto para bajar a Anaya al tercer lugar. Ya veremos si logran
probar las últimas acusaciones contra el panista. No lo creo.
Así que lo que en este momento
se avizora es a Ricardo Anaya en segundo lugar, apostándole a que los priistas
de último momento llamen a su clientela a votar por él. Todo es negociable y cuando se trata de
sobrevivir ya no importa ni el más mínimo pudor. El PRI tendría un plan B:
salvar el pellejo cargándose con el PAN.
Y mientras tanto AMLO feliz de
la vida, marcando la pauta y sorprendiendo a los mexicanos con sus candidatos y
con sus propuestas aparentemente descabelladas.
Y el Peje ¿ya pactó con el diablo?
Ahora sí, de verdad se le nota
que quiere ganar. Ya le quedó claro que el que quiere el fin debe querer
también los medios. Y como un Fausto posmoderno se debate entre la
sabiduría y la juventud perdida.
Y recurriendo a la máxima de
Mefistófeles dice: “sí hubiéramos comenzado antes ya estaríamos ahí”. Pero para
el Peje todavía es tiempo de robarle algo al principio de razón y al mismo
tiempo sonreír.
La primera apuesta la ganó
Dios, el Peje perdió ya dos elecciones presidenciales por negarse a jugar sucio
renunciando a la moral. Y cómo ante la doble derrota no llegó al suicidio,
ahora Mefistófeles lo sedujo ofreciéndole la presidencia a cambio de su alma.
¿El Peje renunciando a sus
principios con tal de ganar la presidencia? No lo creo, pero de que sí necesita
que algunos diablos le ayuden a ganar, no cabe duda. Hay muchos, pero para
muestra sólo hace falta un botón: Napoleón Gómez Urrutia.
A fin de cuentas, en la
segunda parte del Fausto de Goethe, nuestro héroe habiendo perdido la
apuesta muere, pero logra salvar su alma. Los ángeles declaran al final del
quinto acto: a quien siempre se esfuerza
por su trabajo, podemos rescatar y redimir.
Y en cuanto al Peje, si gana la presidencia ¡vaya que tendrá
suficiente trabajo para buscar redimirse! Tan sólo con que logre enderezar el
entuerto de su maldición y saque al diablo de las instituciones, los mexicanos
nos daremos por bien servidos. ¿Qué le parece?
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