“Sospechosismo” 52-C
Por Octavio RODRÍGUEZ FIGUEROA
Animas que Llueva, pa’que Despegue el Jilote
CHOLULA. - En la actual
diarrea política, se advierte la desesperación de algunas personas, por
conservar el poder, mediante familiares o personajes cercanos, tal vez para
asegurar tapar, algunas malas actuaciones de su gestión. Porque es común oír al
final de ellas, que la aprobación de las cuentas, sobre todo de Ediles, se
negocian a cambio de comportamientos marcados por los dueños del poder superior
en turno. Y no solo logrando que sus puestos dejados, sean ocupados por
incondicionales, sino colocándolos en el entramado oficial, en rangos desde
donde puedan apoyarlos, en caso necesario. Es una costumbre vieja, el contar
con el amigo, compadre o pariente influyente, respaldador de chuecuras pasadas,
cuando alguien termina su gestión. También se dan casos de chantaje, donde,
aunque las cuentas estén bien, no son aprobadas y son condicionadas a ciertas
actitudes. Esto quiere decir que es la ley del más fuerte, que en nada se
parece a algo transparente y justo.
No Tiene Culpa san Pedro, que san Pablo Esté Pelón
Desde tiempos de la colonia, surgió el INFLUYENTISMO. Hasta el amigo
del escribano, sentía esa protección, que dio lugar al nacimiento de la gestión
triangulada a cambio de una dádiva, que a la larga fue el antecedente de la
enorme corrupción que existe en México. Nunca se había desbocado tanto, ni en
calidad ni en cantidad, como hoy. Y se notó más a raíz del caso de la “Casa
blanca” y la de Malinalco y los departamentos descubiertos en el extranjero,
cuyos dueños son políticos mexicanos o sus familiares ¡Hasta cónyuges! Pero
según el concepto de algunos funcionarios, los mexicanos somos los malos, los
incapaces, los ineptos, etc. En julio se verá si es cierto y si también somos
conformistas olvidadizos, dejados y valemadristas. Si llega a comprobarse lo
segundo, me darán lástima los mexicanos.
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