El Carisma del Peje
¿Por qué AMLO es el
candidato a vencer?
Por Alejandro MARIO FONSECA

Y es que sí, existen muchos panistas que conservan sus tradiciones y
valores, sus principios social-cristianos originales. El problema es que
también algunos de ellos, sus líderes, los que han saboreado las mieles del
poder y del dinero, no; y mucho menos los nuevos panistas.
El PAN se está pareciendo cada vez más al PRI y Moreno Valle es un
claro prototipo, además no es el único. Desde Fox y Calderón, pasando por otros
casos de gobernadores, senadores y diputados; cada vez está más claro que las
tradiciones culturales del priismo han penetrado a los panistas hasta los
huesos.
Incluso la tradición original del “jefe máximo”, del hombre fuerte
transexenal, que impuso el general Calles en los años 30, y que tal vez sea
Salinas el que le dio nueva vida; está siendo fielmente retomada por Moreno
Valle en Puebla.
La hipótesis sería que Moreno Valle es el “jefe máximo” del gobierno
de Puebla. Que el nuevo gobernador Gali sigue a sus órdenes y que la gran
mayoría de panistas (y de políticos de otros partidos) están alineados a lo que
él disponga.
Esta es la versión de los viejos analistas y periodistas, los de
colmillo retorcido, que se mueven en los corredores cercanos al poder. Desde
luego que nada de esto es comprobable, se trata de las interpretaciones y
sutilezas de la vida política, pero suena lógico: así es la cultura priista
heredada.
Políticos
carismáticos una especie en extinción
Y hablando de las sutilizas de la vida política, si algo ha perdido
claramente el PAN, son sus líderes carismáticos. Ni hablar del carisma natural
y abrumador del mismísimo fundador del partido, Don Manuel Gómez Morín. Un
personaje sin el cual no podríamos comprender cabalmente la etapa de
construcción de las instituciones emanadas de la Revolución.
Pero también hubo muchos otros, la lista es larga, tan sólo quiero
mencionar a los últimos, Don Luis H. Álvarez, Don Carlos Castillo Peraza y
sobre todo Don Manuel Clouthier, conocido cariñosamente como “Maquío”. Incluso
Vicente Fox llegó a la presidencia por su carisma que desgraciadamente perdió
muy pronto.
También decía en mi artículo anterior que en nuestros tiempos y en
nuestro país, la autoridad legal-racional es la más cacareada, y a la vez la
más sospechosa; es por ello que la autoridad carismática está amenazando con
convertirse en la más influyente en la transición política hacia el 2018 que
estamos viviendo.
Y es que en tiempos de crisis
los seres humanos, y los mexicanos no somos la excepción, recurrimos a líderes
carismáticos que nos restituyan la confianza y la fe: también recurrimos a la
religión y a las tradiciones. El problema es que estos líderes están en
extinción. Pero profundicemos.
¿Qué es el carisma?
El estudio, reconocimiento y desarrollo del carisma en individuos es
de sumo interés para sociólogos, psicólogos, políticos, locutores, agentes de
ventas o viajes, gente relacionada con el cine, seleccionadores de personal,
estrellas musicales, gerentes de empresas y académicos e implicados en los
estudios del desarrollo de la dirección, entre otros.
De acuerdo con Max Weber, el carisma se define como: una cierta
cualidad de una personalidad individual, que en virtud de la cual "es considerada
aparte" de las personas ordinarias y tratada como dotado con poderes o
cualidades sobrenaturales, sobrehumanas o al menos excepcionales para sus
seguidores.
Estas no son accesibles a las personas ordinarias, y pueden verse como
de origen divino o al menos ejemplares, y sobre la base de ellas el individuo
en cuestión es tratado como un caudillo por sus adeptos.
Según el filósofo político argentino Ernesto Laclau, en el populismo,
hay una serie de demandas heterogéneas que cristalizan alrededor de ciertos
símbolos. Y esos símbolos, con mucha frecuencia, son el nombre de un líder
carismático.
El carisma también se ha estudiado como un conjunto de comportamientos
o rasgos. Por ejemplo, un psicólogo moderno postula que el carisma es
básicamente agregativo, una aglomeración de distintos rasgos de personalidad
que se complementan bien en ciertos individuos para formar la cualidad conocida
como carisma. (Cfr. Wikipedia)
En la búsqueda del
carisma perdido
Teatralmente el carisma puede algunas veces representarse sobre un
escenario o en películas y transmitirse tanto por comunicación verbal como no
verbal.
En suma, El carisma es la capacidad de ciertas personas
de motivar y suscitar la admiración de sus seguidores gracias a una
supuesta cualidad de “magnetismo personal”.
La historia de nuestro país está llena de líderes carismáticos, de
caudillos: los que pelearon en las guerras de Independencia, de Reforma y en la
Revolución. No los voy a mencionar porque fueron muchos y de diversos bandos.
Ya durante los gobiernos priistas también hubo algunos que se
distinguían por su carisma. Los primeros presidentes sonorenses lo fueron,
especialmente el michoacano Lázaro Cárdenas.
Ya después vendrían los “pico de oro”, que eran los que hablaban bien,
“bonito” y que hipnotizaban con sus discursos: López Mateos y López Portillo
fueron los últimos. Entre estos hay que distinguir a Donado Colosio, que no
llegó a presidente porque lo mataron.
Pero en los tiempos actuales el carisma también se crea y se destruye
y eso se hace a través de los medios, especialmente de la televisión; y además,
el Internet también ya juega un importante papel en este terreno. Nada más hay
que ver cómo fue que el “carisma” inicial de Peña Nieto se vino abajo.
Y no sólo el de él, sino también el de todo su gabinete y el de la
mayoría de los posibles candidatos priistas a la presidencia, por eso es que
tuvieron que cambiar sus estatutos y apostarle a un invitado “respetable” que
les ayude a salvar el pellejo.
El PAN y el PRD andan en las mismas y aún en coalición o en un frente
amplio como ahora le dicen, se ve muy difícil que logren ponerse de acuerdo en
un candidato carismático común, que logre vencer al líder de Morena, que
aparece hoy por hoy, como el único político con solvencia moral.
Y es que el don y la gracia, es decir la moral, la base de todo
carisma, es el bien más escaso entre nuestra clase política. Pero todavía falta
mucho tiempo, ya veremos. ¿Usted qué opina?
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