“Sospechosismo”
(35-A)
Por Octavio
RODRÍGUEZ FIGUEROA
Hace la
Barba el Barbero, Casi Siempre por Dinero
CHOLULA. - La intención de legalizar la
marihuana, se basa en que se terminarán los carteles. No creemos que sea tanta
la buena intención ni tan efectivos sus resultados, porque esto, debe traer
consecuencias y nuevos negocios.
Ya hay
bufetes que ofrecen sus servicios de trámite de amparos, con los cuales la ley
se la pasarán por la espalda, como en el transporte público. Pero analizando
más profundamente la actitud de la S. C. J. N., es incongruente que se aprueben
amparos “respaldados” por los derechos humanos, para que, en su nombre, el
individuo se autodestruya. las leyes deben ser para proteger la vida, no para
dar oportunidad de autodestrucción.
Porque está
plenamente demostrado, que los enervantes afectan la salud de las personas y
consecuentemente de la sociedad en que se desarrollan. vivimos en una
interdependencia constante y por más que nos digan que los consumidores son
tranquilos, en lo general, sabemos que no y basta abrir las páginas de los
periódicos para constatar que los delincuentes, en su mayoría, están drogados.
La Sangre se
Hereda y el Vicio se Pega
¿Estamos
preparados para afrontar esta decisión? el sector salud ya está herido y boquea
por la mala administración; y nos toma desprevenidos, sobre todo, a la niñez y
juventud, que va a las universidades para pasársela “chido”, como dicen, en los
antros que rodean como moscas estas instituciones, al fin que los
conocimientos, ya los tienen en sus celulares.
Sí, repito,
sí debe haber libertad, pero no en el vicio porque se tiende a la destrucción como
Sodoma y Gomorra, pero lamentablemente el hombre, con todos sus derechos
humanos, es el único animal que se tropieza varias veces con la misma piedra; y
a veces esa piedra hasta la santifican.
Sé que esta
modesta opinión, para nada cuenta, pero creo que todos tenemos ese derecho. Se
requieren funcionarios con mejor criterio en la vida nacional, con mejor
filosofía nacionalista y de justicia general, que no se olvide de los derechos
individuales, pero tampoco de los de la sociedad en su conjunto, porque las
leyes se hacen para limitar la conducta humana, ante el contexto social.
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