La crisis
del capitalismo depredador
Por Alejandro
MARIO FONSECA
CHOLULA.- Una crisis (del latín crisis,
a su vez del griego κρίσις) es una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de
una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución; especialmente, la
crisis de una estructura. Si los cambios son profundos, súbitos y violentos, y
sobre todo traen consecuencias trascendentales, van más allá de una crisis y se
pueden denominar revolución.
Las crisis
pueden designar un cambio traumático en la vida o salud de una persona o una
situación social inestable y peligrosa en lo político, económico, militar, etc.
También puede ser la definición de un hecho medioambiental de gran escala,
especialmente los que implican un cambio abrupto.
Hago esta
larga cita que tomé de la Wikipedia, porque los mexicanos, al vivir
permanentemente en crisis desde la década de los años 70, ya no sabemos lo que
es vivir en la “normalidad”.
¿La crisis mexicana
una enfermedad que llegó para quedarse?
Cuando yo
era niño y durante mi primera juventud me tocó vivir una etapa que los
historiadores han etiquetado como el

Las bases de
este modelo radican en buscar la estabilidad económica para lograr un
desarrollo económico sostenido, continuo. La estabilidad económica significa
mantener la economía libre de problemas como inflación, déficit en la balanza
de pagos, devaluaciones y demás variables. Antonio Ortiz Mena el secretario de
Hacienda y Crédito Público fue el estratega que logró mantener una tasa de
crecimiento económico de 7% anual durante dos décadas.
¿Qué fue lo
que pasó? Pues que los sucesivos gobiernos, desde el de Echeverría hasta el
actual de Peña Nieto, abusaron del gasto público, pusieron en circulación más
dinero del que correspondía al crecimiento real de la economía y además
endeudaron al país.
Los bancos nunca
pierden
Incluso los
gobiernos panistas de Fox y Calderón no pudieron sacar al país de la inercia
heredada. Habían llegado con la oferta de campaña de la estabilidad económica,
sin embargo, aunque en menor grado, cayeron en los mismos vicios de los
priistas: abuso, despilfarro, más deuda y corrupción.
Si a alguien
lo consuela, hay que decir que México no es el único país que vive crisis
recurrentes. Ahí están Argentina y Brasil, por citar los casos más cercanos. Y
claro que allá
también han
padecido gobiernos malos e irresponsables; pero lo interesante es que también
están terriblemente endeudados con los bancos mundiales, y ahí está la clave
del problema.
Los bancos
nunca pierden. Si usted se endeuda y no tiene con qué pagar, le embargan sus
bienes. Igual sucede con las empresas y con los países, el poder financiero
mundial siempre gana. La acumulación capitalista necesita canalizar sus
excedentes y los grandes bancos lo hacen hacia los países “pobres”, “en
desarrollo” con el aval del Fondo monetario Internacional y del Banco Mundial.
La crisis es el
modelo económico centralista, injusto y depredador
La sociedad
norteamericana es esencialmente consumista y uno de sus motores económicos ha
sido la industria de la construcción. A fines de los 80 el sector de bienes
inmobiliarios se saturó, la oferta fue mayor que la demanda y este hecho
combinado con la elevación de los precios del petróleo, amenazó con una grave
recesión.
¿Cómo
sortearon la crisis? La aplazaron con crédito y más crédito. La orgía
consumista a base de deuda se combinó en una burbuja inmobiliaria creada por la
industria bancaria de las hipotecas que muy pronto explotó; el precio del
petróleo llegó a máximos históricos (147 dólares por barril); todo se
encareció. La crisis estalló en 2007 y el gobierno federal tuvo que entrar al
rescate de los bancos de Wall Street con 700 mil millones de dólares.
Lo que poco
a poco ha ido quedando claro de esta última crisis, es que el modelo de
crecimiento económico basado en la energía barata de un bien no renovable
(petróleo), producido y administrado verticalmente, deviene en una acumulación
de capital, de tal magnitud, que impide el consumo masivo: las crisis
recurrentes son inevitables.
Lo que se
requiere es un nuevo paradigma económico basado en energías renovables
producidas y comercializadas de manera distribuida, lateral, democrática. Los
europeos ya lo tienen muy claro y los norteamericanos, a regañadientes también.
¿Y los mexicanos?
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