Por Fernando
MARÍN
Muchacha,
buena suerte. No olvides tu equipaje
pues
emprendes viaje al tren del desamor
y él te
aguarda impaciente, ya vestido de traje,
para hacerte
su esposa y hacerse tu señor.
Muchacha
buena suerte. Hay algunas promesas
que por más
que te empeñes, jamás realizarás.
Y mientras
su alianza te pone y tú le besas
cerrarás tus
pupilas… y me recordarás.
Y acaso,
cuando lleguen noches de luna y miel,
abrazarás su
cuerpo, con gesto de despecho,
compartiendo
el sudor del amor en el lecho
sabiendo que
estuvimos en ese mismo hotel.
Muchacha
buena suerte. Pues se que irás radiante
con tu
vestido blanco camino del Altar.
Yo te veré
pasar cuando cruces delante
y una
lágrima triste te dejes escapar.
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