Julio
Flores.
No me culpes
a mí: culpa al infame
de quien tú
fuiste por primera vez:
el que
ablandó las pomas de tu huerto
antes de su
completa madurez...
La hez no
vale lo que vale el vino,
y él se
bebió tu vino. .. yo, la hez.
¿Qué me
diste? las sobras solamente,
las sobras
¡ay! de tu primer festín;
la humedad
de sus labios en tus labios,
en tus
carnes el tufo de aquel ruin. . .
Y el rastro
de sus dedos en las rosas
y lirios de
tu gárrulo jardín.
¿Qué hice
yo? Perdonarte tu pasado,
seguirte
siempre y por tus ojos ver;
sufrir tus
altiveces, tus orgullos,
soportar tus
caprichos de mujer;
y darte
hasta morirme lo que amabas
en mí, lo
que hoy deploras: ¡el Placer!
Que caiga,
pues, tu cólera, que caiga
sobre el que
tus guirnaldas deshojó. . .
sobre ese a
quien saludas todavía
y a quien
amas acaso... ¿qué sé yo?
Tus iras no
me hieren, no me tocan;
caigan todas
sobre él... sobre mí, no!
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