CHOLULA.- La historia de México, sobre
todo en la etapa de la revolución de 1910, se caracteriza por haberse
desarrollado entre la crueldad, traiciones y sacrificios; resalta la falsedad
de muchos hecho que se dejaron a la posteridad y hasta ahora, se siguen creyendo
como verdaderos; Uno que por mucho tiempo se tuvo como cierto: es el asesinato
de Álvaro Obregón, en el restaurant “La bombilla” de la ciudad de México, que
le achacaron a León Toral como ejecutor y a la madre Conchita como la
intelectual. Había mucha efervescencia político – religiosa, por la lucha
cristera, la cual se gestó en varios estados, pero principalmente en San
Julián, Jalisco, lugar que se le denomina como la capital de la Cristiada, que
junto con San Miguel el Alto y Santo Toribio, del mismo Estado (en 1927 había
92 municipios cristeros) aún se percibe el ambiente de pleitesía a sus héroes,
como al famoso Victoriano Ramírez (El 14), al padre Miguel Agustín Pro, Toribio
Romo, canonizado por Juan Pablo II y al cual se le ha levantado una basílica
enorme en la población que lleva su nombre y que acuden los migrantes, por
haber sido nombrado su protector.
Dos Gallos en un Corral, se Llevan mal
La verdad es
que el médico legista Alberto Lozano Garza señala que en el cuerpo de Obregón,
se encontraron 19 perforaciones de bala de seis pistolas y aclara que si Toral
disparó seis veces ¿Quién disparó las otras? (los calibres fueron 32 por Toral,
45, 38 especial, 38 especial, 7mm, y 8mm). Y aunque el periódico Excélsior,
difundió el diagrama el 20 de enero de 1947, que le proporcionó Don Evaristo
Múgica quien lo tenía en su poder. Sin embargo, los protagonistas religiosos
siguieron enfrentando su juicio y encarcelamiento. Por cierto y como anécdota,
la madre Conchita vivió en las calles de Álvaro Obregón del D. F. después de
purgar su sentencia.
Fue la lucha
por el poder, la que originó este asesinato y se le cargó a los enemigos de ese
momento. La cuestión es que hasta en las escuelas nos venden estos episodios
manipulados y no dejan fluir la realidad histórica; con ella, encontraríamos
nuestra identidad nacional, de la cual carecemos realmente y vivimos entre la
falsedad y la mentira de nuestro pasado. Ya es tiempo de quitarnos la careta y
empezar a aceptar las cosas como fueron, al fin ya fueron. Una revisión de nuestra historia, debería incluirse en
la reforma educativa.
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