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CHOLULA.- El paso del tiempo nos embarga de reflexiones, al observar nuestros
legados Prehispánicos, Históricos,
Ecológicos, Culturales, que venturosamente somos propietarios de un sinfín
de tesoros que nuestro punto geológico y dentro del cosmos nos distingue
alrededor del mundo y entre muchas otras culturas Mesoamericanas.
Los testimonios de quienes han participado en los rescates y
conservación de nuestros tesoros son muy pocos y escasamente se les recuerda,
por aquello de que hay que borrar lo que hizo el anterior, como muestra de un
gran desconocimiento de todo cuanto se hace y aun no siendo reconocido debemos
de hacer por compartir nuestros Legados como familias pertenecientes al
Calpulli, y quienes carecen de esa gran distinción aporten cuanto les sea
posible sin anteponer intereses económicos o reconocimientos faltos de valor,
como un solo hecho populista para poder así, llamar la atención de quienes ni
siquiera se percatan del paso de quienes llevan un camino sin dejar huella ni
beneficios a los naturales.
Elocuente seria el rescatar nuestras verdaderas tradiciones y costumbres, tan simples como llamar a nuestro pueblo
a realizar sus habituales enseñanzas de nuestros antepasados, como lo fuera, el
reunirse para recorrer nuestros barrios,
acompañando a nuestras deidades,
respetar a nuestros Tiachcas, que no
por su edad el respeto, sino por el buen concejo de su experiencia al paso de
sus cargos a favor del Calpulli (barrio),
pero sin embargo la dualidad del pensamiento al comprometerse y al desconocer
los compromisos, los lleva a tratar de hacer majestuosas edificaciones que como
un solo hecho de notoriedad al desear trascender en el tiempo y espacio.
La fiesta prehispánica viva hasta nuestro tiempo se realizara en
medio de un circulo de vicio, basura, bullicio, y de quienes exponen sus bienes
traídos desde China, el trueque
prehispánico milenario, limitado de espacios, de accesos y el acoso de su
retiro para que la Plaza de la Concordia sea un escaparate de música, y demás
distractores como cortinas de humo ante una realidad palpable y permanente de
quienes organizan y tratan de retomar las
tradiciones y costumbres de un Pueblo Mágico.
Nuestra raza indígena forjada entre el diluvio, guerras,
asentamientos pluri-culturales, nos mostró la congruencia al saber interpretar
las necesidades de todos los que respetaron la Ciudad Sagrada Atl Cholollan Tlachihualtepetl, sin soberbia ante
los que habitaron el Valle alto del Atoyac, sin distinción alguna hasta la
llegada de los Conquistadores, quienes aportaron elementos tan importantes como
los caballos, entre otras tantas
cosas, pero al tratar de ir en contra de los
usos y costumbres, los naturales decidían llevar aquellos que traicionaban,
que no cumplían, que se burlaban de sus iguales, al lugar más profundo del
desprecio, del señalamiento, como alguien no
deseado en la ciudad sagrada, hasta su partida a otro lugar lejano del
centro Ceremonial que siempre fue y es en la actualidad Cholula.
Cholula no te Olvida…
Hagamos la Jornada.
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