* INAH ha
venido aplicando técnicas de punto
* Su conservación, el principal objetivo
CHOLULA.- Al mismo tiempo que se
realizan trabajos de conservación en el mural Los Bebedores, dentro de la
zona arqueológica de Cholula, Puebla, también se emprendió un proceso para
evaluar científicamente los resultados que ha tenido esta intervención durante
los últimos tres años, informó la restauradora Dulce María Grimaldi,
responsable del proyecto.

La restauradora explicó que en la
temporada 2013, iniciada en julio y que concluye en septiembre, se logró la
conservación de casi el 80 por ciento del mural, que tiene una longitud de 120
metros cuadrados.
La experta agregó que paralelamente,
“hicimos un programa de evaluación de los materiales empleados, lo que nos ha
permitido evaluar el efecto de los materiales in situ y también en
laboratorio para ver si realmente están funcionando como nosotros esperábamos y
para que no vayan a causar efectos secundarios a largo plazo, los cuales nos
generen un mayor deterioro”.
Lucha contra los elementos
El mural Los Bebedores, que fue
descubierto accidentalmente en 1969 al interior de una estructura de etapa
constructiva posterior, por su extensión y antigüedad, se ha convertido
para los especialistas del INAH en todo un reto de restauración.
Este mural prehispánico, que fue pintado
sobre una superficie de tierra (el soporte de la obra es de adobe), configura
una problemática más complicada para su conservación, porque se encuentra
en seis túneles con concentraciones altas de humedad y sufre cambios de
temperatura, lo cual ha deteriorado la capa pictórica.

Dulce María Grimaldi aclaró que Los
Bebedores fue pintado sobre adobe. “Es barro y no estuco. La capa que lo
sostiene es un enlucido de tierra y luego está la pintura realizada con
pigmentos minerales (hematita, geotita, óxidos, etcétera). Además, contiene muy
poco material orgánico y el aglutinante utilizado ha desaparecido
completamente”.
La experta recordó que después de hacer un
diagnóstico de la obra “entre 2009 y 2010, probamos con algunos materiales para
la limpieza de sales y la consolidación de la capa pictórica. En 2011 se
concretó el proceso y se iniciaron tareas de consolidación, lo cual nos ha
permitido pasar de una etapa de emergencia a una en la cual ya podemos diseñar
y planear mucho mejor nuestra intervención”.
Actualmente “estamos en una etapa que ya
resulta muy grata porque los resultados ya se ven y eso nos permite tener la
certeza de qué funciona y qué tenemos que modificar en cuanto a los
tratamientos, además de poder evaluar lo que estamos haciendo, lo que es muy
importante”.
El mural, con un 80 por ciento
consolidado, “empieza a ser mucho más legible, y podemos también empezar a
reconocer los valores que tiene”, porque, como restauradora, “no hago hipótesis
de los contenidos ideológicos sino que trabajo sobre lo que veo que es muy
concreto”.
No obstante, la encargada de la
restauración consideró que el mural representa “una ceremonia, enmarcada por
listones y por moños, donde se convoca a cerca de 150 personajes que están
conviviendo e ingiriendo algún tipo de bebida. Se ha dicho que es pulque por
ser una bebida tradicionalmente asociada con el mundo prehispánico”.
Proceso minucioso
Dulce María Grimaldi, quien también es
especialista en restauración de esculturas en piedra, destacó que los dos
procesos que se están efectuando en la intervención de Los Bebedores son
la eliminación de sales de la superficie y el fijado de la capa pictórica y
consolidación del soporte.
La restauradora explicó que sobre la capa
pictórica se habían formado concentraciones de sales y halos blanquecinos,
producto de la desecación de humedad. “La eliminación de sales se realiza a
partir de la aplicación de una solución de carbonato de amonio, esto se hace a
través de pequeños cuadros de celulosa, llamadas papetas por los
restauradores, y se enjuaga también retirando dichas papetas”.
El segundo proceso, fijado de la capa
pictórica y consolidación de soporte, se lleva a cabo con
hidroxipropilcelulosa, el cual es un derivado de celulosa pero muy estable y
reacciona muy bien ante altas condiciones de humedad como las de este lugar. Lo
que hace es recuperar un aglutinante orgánico original al que había en la
pintura y también en el soporte de tierra y que se ha perdido, evitando mayores
desprendimientos.
La evaluaciones de las técnicas aplicadas
al mural que “están funcionando muy bien; pero va a requerir mantenimiento. No
vamos a llegar a los 20 años sin que pase nada, eso nos asegura que tenemos que
regresar año con año a verlo y evaluar el desempeño de los materiales
empleados”.
Dulce María Grimaldi destacó que en estos
tres años, un equipo de 20 personas, entre restauradores, arqueólogos,
dibujante, arquitecto, química y personas de la comunidad que han sido
capacitadas por investigadores del INAH, han trabajado en la restauración del
mural.
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