Por Andrés ZACA NAYOTL
FILOSOFO
CHOLULA.- Es
el momento en que reflexionemos sobre esto: Cuando un niño se siente abandonado
desde el inicio de su vida, hará· todo lo que sienta necesario para sobrevivir
psicológicamente y tratar· llamar la atención por cualquier vía, que puede ser,
hacerse simpático, comer en exceso o dejar de comer, ponerse a llorar por
cualquier cosa para recibir consuelo, mostrarse rabioso y hacer pataletas en el
suelo, asumir actitudes de rebeldías o indefensión o cualquier cosa que
considere adecuada para hacerse sentir.
Estas reacciones infantiles se originan
por la necesidad natural y humana de sentirse aceptado y reconocido. Si
revisamos la vida del niño en los primeros seis meses, podemos darnos cuenta
que ese lapso de tiempo transcurre, en medio de muchas horas de sueño y
llantos, a través de los cuales anuncia su necesidad de atención, a través del
llanto, gemidos y los movimientos bruscos que son el anuncio de que tiene
hambre, algún malestar, o si siente miedo.
Pero hay un aspecto digno de
reflexionar que se da, cuando el niño después de ser amamantado o alimentado,
su Madre lo acuesta para dormir y Él deja de sentir el olor del cuerpo y los
latidos del corazón de su Madre, que lo acompañaron durante los nueve meses
dentro del vientre materno. En ese momento el pequeño comienza a llorar, debido
a que aún existe, un apego adaptativo natural con su Madre, que debe romperse
de forma sana y natural. Este llanto es una especie de llamado, donde el niño
le pide compañía, protección y auxilio para sentirse seguro, a la persona más
importante de su vida y que se puede traducir así: ¡Mamá donde estas, tengo
miedo, no me abandones! En ese momento el niño llora porque le duele sentirse
solo y sin protección, al igual que lloraría un adulto, si su pareja lo
abandona, porque ese dolor siempre se produce, cuando una persona que sea
importante para nosotros nos hace sentir con su abandono, que nosotros no le
importamos. Y de mantenerse esa situación, llegaremos a sentirla, como la
ratificación de que en verdad, no nos aman y no somos importantes. Pero en
verdad, el niño también puede llorar porque siente dolor, quizás se siente
incomodo o cansado; por lo tanto, el contacto físico con su Madre, es vital
para que pueda sentirse seguro. Muchos Padres dejan llorar innecesariamente a
sus hijos por dos razones:
1) Porque ignoran lo que pueden necesitar
2) Porque
siempre les dijeron, que si lo sacaban de la cuna para consolarlo, el pequeño
aprendería a manipularlos, para que lo tuvieran siempre cargado.
A estos Padres
les decían que si dejaban llorar a su niño, aprendería y se acostumbraría a
dormirse solo y de paso se le fortalecerían los pulmones. Cuando un niño llora,
nos esta diciendo, que no se siente bien y
lo que nos pide, es un auxilio amoroso a través del contacto físico. Si
nosotros lo ignoramos, sentirá el dolor que produce todo abandono.
Finalmente
el niño se dormir· cansado, frustrado, con la sensación de no sentirse amado,
que se reforzara cada vez lo dejen solo y abandonado en la cuna, lo cual
afectara sin ningún tipo de dudas, su valoración personal. Lamentablemente la
gran mayoría de los Padres no sabemos que con esa actitud de abandono
constante, donde el niño no se siente atendido, le estamos sembrando en la
memoria celular de su cuerpo físico, la sensación de que no se merece el amor,
ni nada bueno de la vida y esa sensación se convierte en una verdad, cada vez
que se sienta abandonado.
Esa es la razón por la cual, más adelante en la
adolescencia o la adultez, cuando se encuentre haciendo algo para lograr
cualquier objetivo y las cosas tiendan a salirle mal, en lugar de rectificar a
tiempo, buscar ayuda o asesoramiento, cuando se aparecen los primeros
resultados negativos, el desmerecimiento que ya esta grabado en su psiquis, se
activa y comienza el proceso de auto saboteo, negándose a seguir; pierde el
entusiasmo y al final abandona todo, como siente que lo abandonaron a Él. Otra
consecuencia negativa provocada por este abandono en la niñez, que se vive en
la adolescencia y en la adultez, son los apegos enfermizos, que muchos mantenemos
en nuestras relaciones amorosas, donde la dependencia, convierte la unión en un
verdadero secuestro, que impide poder compartir el amor de una manera honesta y
con respeto a la individualidad.
Por las razones que acabamos de mencionar y
las consecuencias futuras del maltrato infantil, toda Madre debe aprender a
romper el apego adaptativo natural con su hijo.
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