CHOLULA.- Al observar, en la
actualidad, a cualquier raza de perros, es difícil imaginar que haya existido
un ancestro común. No obstante, las 400 (o más) razas reconocidas, desde el
gran danés hasta el chihuahueño, descienden de manera indirecta del lobo. La
relación de este animal con el hombre comenzó en tiempos prehistóricos, quizás
cuando un cachorro huérfano fue adoptado como compañero de juego. Cuando el
lobato, genéticamente preparado para pertenecer a una manada, se sintió unido a
sus padres adoptivos, transfirió su dependencia del líder de la manada a su amo
humano.
Esta relación, que es parte de la estructura social de los lobos, es la
clave de la domesticación del perro.
En el
comienzo de la relación, los perros acompañaban a sus amos cuando éstos salían
a cazar, y utilizaban la técnica de los lobos para hostigar y acorralar a la
presa mientras llegaba el cazador. Su recompensa era un pedazo del producto de
la cacería. El hombre comenzó a favorecer a los perros que poseían ciertas
características: inteligencia, valentía, belleza... Para el año 2000 a C, los
egipcios criaban ya tres razas de perros: un perro guardián, uno cazador y otro
decorativo.
Los romanos
centraban la atención en los perros de pelea, para usarlos en el circo; los
mastines de Bretaña surgieron después. Los nobles de la Edad Media se
deleitaban con las nuevas razas caninas, y con el paso del tiempo, surgieron
nuevos tipos de perros, cada vez más especializados. La nariz aplanada de un
bulldog significaba que éste podía respirar incluso mientras sujetaba a su
presa, y la piel blanca del Terrier ?cuya inteligencia y agilidad son
destacadas? Io distinguía del zorro y de la nutria en un sitio oscuro. Una de
las razas más recientes fue la creada por Louis Dobermann, celador nocturno de
Alemania y cuidador de perros que en la década de 1890 quiso tener un guardián
que lo protegiera. Utilizando los perros que cuidaba, entre los que se
encontraban un gran danés, un galgo y un Rottweiler, Dobermann obtuvo una nueva
raza: el Dobermann Pinscher, que se hizo famoso por su coraje e inteligencia.
Dependencia
mutua para sobrevivir en el desierto
Los
dromedarios, que son camellos de una joroba, se utilizaron como bestias de
trabajo por primera vez en el sur de Arabia, hace 5,000 años. Poco después,
también servían para el mismo propósito en Palestina y Siria y, en el siglo VII
d C, llevaron a los conquistadores musulmanes a Egipto. Fue el dromedario el
que hizo posible la vida en el desierto. Cargados, pueden viajar durante varios
días viviendo del agua almacenada en el estómago y de la grasa acumulada en la
joroba. También poseen la rara habilidad de oler el agua y un poderoso instinto
para encontrar el camino de regreso a casa. Estas características se combinan
para hacer del dromedario la perfecta "máquina" de supervivencia en
el desierto.
Hace mucho
tiempo, los nómadas y los mercaderes aprendieron a transformar una manada de
camellos en una caravana ordenada. En estado salvaje, el macho que se
encontraba en etapa reproductiva guiaba a las hembras desde la retaguardia. Por
lo tanto, en una caravana, el macho domesticado es colocado al final del grupo
y sus gritos mantienen la disciplina. El hombre y el dromedario dependen uno
del otro. Los animales pueden encontrar el agua, pero el hombre es quien la
saca de los pozos. El hombre alimenta a los animales cuando el forraje escasea
y, además, les da la sal necesaria para que conserven la salud.
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