Por Mario SALAMANCA RODRÍGUEZ
Sangre Derramada en la Cruz
CHOLULA.- Es Cristo quien
por mi murió, mis culpas por borrar; dolor y penas él sufrió, mi alma por
salvar ¡Oh, cuánto le amo!, ¡Oh cuánto le amo!, porque él murió por mí, y
siempre le sigo de todo corazón, Jesús el nombre sin igual, precioso es para
mí, cual grata nota musical resuena en mi oír, cada vez que en la iglesia se
imparte el pan y el vino de la comunión recordamos la sangre que fue derramada
en la cruz, cuando Jesús entregó el vino a sus discípulos en la última cena
dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para
remisión de los pecados. MT. 26-28.
La sangre es esencial e indispensable para nuestra salvación, sangre
preciosa derramada en la cruz cuando Jesucristo murió en la cruz, pues mucho
más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. RO.
5-9.
¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el espíritu eterno
se ofreció a si mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras
muertas para que sirváis al dios vivo? HE. 9-4. Sabiendo que fuisteis
rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros
padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 1. P. 1-18. Porque esto es
mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los
pecados. MT. 26-28. La sangre de Cristo nos justifica y nos salva estando ya
justificados proviene del vocablo latino justificare, que significa considerar
justo, sobreseer, absolver, esto es como si tú nunca hubieras pecado. Cristo
fue clavado en una cruz destinada a un notorio criminal “Barrabas”, él temía el
día aciago en que se cumpliera su ejecución, las autoridades acudieron a su
celda le informaron de las buenas nuevas, dijeron: “Barrabas eres un hombre con
suerte. Jesús de Nazaret, habrá de morir en tu lugar. Hay ordenes de tú
libertad-. El criminal fue liberado, absuelto que pasaba sobre de él, fue
salvado de la muerte que merecía. El criminal es tipo de la raza humana, rebelde,
impía y empedernida, se salvó de la muerte, quienes han encontrado a Cristo, al
pie de la cruz son salvados para siempre. Nunca caerá bajo el juicio de la
condenación. La sangre de Cristo limpia nuestras conciencias ¿Cuánto más la
sangre de Cristo, el cual mediante el espíritu eterno se ofreció así mismo sin
mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis
al dios vivo? HE. 9-14.
Todo ser humano tiene conciencia que juzga sus pensamientos, palabras
y hechos, habla en silencio, acusa o excusa, condena o absuelve, la conciencia
humana ha sido contaminada por todo pecado, todos hemos sentido la sensación de
culpabilidad después de una transgresión nuestro corazón se siente abrumado,
nuestra mente acusa el auto-reproche y sufrimos en nuestro interior por
sentirnos fuera de la comunión de Dios, los efectos del pecado dejan cicatrices
en la conciencia por el pecado. La conciencia del hombre está fuera del alcance
del siquiatra, aun contando con todas las técnicas sicológicas, no logra
sondear la depravación; donde el hombre ha fracasado, dios ha triunfado, la sangre
de Cristo tiene el poder para limpiar la conciencia, es un hecho que pertenece
al ámbito de la experiencia cristiana.
De una conciencia limpia surge una vida cambiada, la prostituta es
transformada en una recatada esposa y amante madre, el delincuente inclinado al
mal, encuentra paz en Cristo, invierte sus energías al servicio de la causa de
dios, el comerciante de sus transacciones no éticas, son restauradas a una vida
de honestidad e integridad, el alcohólico deja de embriagarse tomando auto
control y dignidad. “la sangre de Cristo limpió las conciencias de obras
muertas. En horas tristes de dolor consuelo da Jesús, me ofrece fuerzas, valor
me guía en su luz. Con Cristo yo seguro estoy; me da perfecta paz, conmigo va,
pues suyo soy, no temeré jamás, Jesús el nombre sin igual precioso es para mí
cual grata nota musical resuena en mi oír. “Dios te ama.

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