El nuevo periodismo mexicano
Por Alejandro MARIO FONSECA
CHOLULA.- Para los que
estamos siguiendo con atención las fanfarronadas de Donald Trump, ya no nos
sorprende nada: el mañoso es capaz de todo. Confieso que llegué a pensar que
estaba loco. Pero no, se hace el loco. Y además de eso vive a la defensiva. A
falta de oficio político el empresario depredador, narciso e ignorante, tiene
que atraer los reflectores a como dé lugar: su mandato es un constante talk
show.
Qué vergonzosa manera de tratar a Ángela Merkel la canciller alemana.
Todos lo vimos, el helado ambiente entre los dos dirigentes quedó brutalmente
en evidencia cuando los dos posaban para fotógrafos y camarógrafos en el Salón
Oval y Trump evitó el típico y obligado apretón de manos.
Ante el insistente grito de los fotógrafos por el gesto, Merkel le
preguntó a Trump si quería que los dos se dieran la mano, pero el gringo ni
siquiera respondió. ¿Por qué? Porque Trump no es nada junto a una gigante de la
política mundial. Así que el fanfarrón la despreció ante los ojos de todo el
mundo: a falta de oficio diplomático el desprecio fingido.
Democracia y prensa
libre
Lo mismo está pasando con los medios periodísticos norteamericanos. Ya
durante su campaña Trump había vetado al Washington Post una de las
organizaciones de noticias de mayor prestigio en el mundo. Y es que el
psicópata “paso que da, paso que la caga” y los principales medios, los más
críticos y objetivos, CNN y The New York Times, al igual que muchos otros, lo
ponen en evidencia.
El conflicto con la prensa se torna muy delicado. Ya muchos
comentaristas están hablando de la inminente caída del magnate. Y es que los
medios de comunicación son tradicionalmente uno de los principales contrapesos
del poder presidencial norteamericano. Es más, la prensa libre estadounidense
es uno de los baluartes de la democracia liberal en el mundo.
Y es que la democracia norteamericana no cuenta con los recursos que
son propios del régimen parlamentario europeo para acotar el poder
presidencial: caída del Gobierno o disolución del Parlamento y convocatoria a
nuevas elecciones. Sin embargo, cuenta con dos instrumentos que le dan
legitimidad constante: el sistema de encuestas y la libertad de prensa.
¿Y en México, cómo
anda la prensa?
La historia del periodismo
mexicano, al contrario de la de los Estados Unidos, es reflejo de la falta de
democracia. Floreció durante el siglo XIX, periodo en que numerosos periódicos
surgieron principalmente en apoyo de campañas y movimientos políticos. Figuras
como los hermanos Flores Magón utilizaron la prensa para expresar sus ideas
políticas.
Tras la Revolución se estableció la prensa industrial, caracterizada
por mayores tirajes de ejemplares y redacciones con más trabajadores. Durante
la mayor parte del siglo XX, predominó
un modelo de periodismo en gran medida subordinado al poder del gobierno
federal a través de subsidios
gubernamentales, prebendas, amenazas, control sindical, concesiones y
publicidad entre otros mecanismos.
El “chayote” mexicano
De todos estas “herramientas” de control, el “chayote” (el sobre con
dinero) es el más popular. Nos cuenta Manuel Ajenjo, en su columna de El
economista, que Don Julio Scherer García le pidió a Elías Chávez, reportero que
fue de la revista Proceso, pormenores y su opinión sobre la práctica del
“chayote” para incluirla en su libro Los presidentes.
Chávez escribió: “El chayote florece a su máximo esplendor desde que
Gustavo Díaz Ordaz institucionalizó su irrigación. Mientras el entonces
presidente de la República pronunciaba un día de 1966 el discurso inaugural de
un sistema de riego en el estado de Tlaxcala, entre los reporteros corría la
voz: ‘¿Ves aquel chayote? Están echándole agua. Ve allá’. Allá, semioculto por
la trepadora herbácea, un funcionario de la presidencia entregaba el chayote,
nombre con el que desde entonces se conoce al embute en las oficinas de prensa.
Tan popular se volvió que su entrega dejó de ser oculta”.
Pero continuando con esta breve historia del periodismo en México, no
va a ser sino hasta fines del siglo XX, cuando a la par de la “apertura
democrática” y de la “reforma política” de 1977, aparecerían algunos medios
modernos.
El nuevo flujo de
información: Internet
Y eso es lo que estamos viviendo en México: los inicios de un periodismo
cívico, democrático y con responsabilidad social. Tal es el caso de diarios
como La Jornada, El Norte, Reforma y
Siglo XXI. En otras palabras, lo que nos está tocando vivir, es una
verdadera modernización del periodismo mexicano. Son muchos los medios que ya
están siguiendo el ejemplo.
Pero hay otro factor sin el cual no puede ser entendido el cambio
vertiginoso de la prensa mexicana: las nuevas tecnologías de la información y
la comunicación. Hoy en día todo se grava, todo se sabe; y todo se difunde de
inmediato, en cuestión de segundos, gracias a la red de Internet.
Sin embargo, no hay que echar las campanas al vuelo, el fenómeno
también trae consigo nuevos problemas. Como dijo Krauze en su columna del
domingo 12 de marzo en el Reforma: “…la revolución informática está propiciando
nuevos desarrollos y una creatividad sin límites, pero el vértigo que produce
tiene un efecto paradójico: alienta una democracia directa sin las ventajas que
el sistema tenía en la antigüedad (deliberación continua) y con su desventaja
mayor, la reacción impulsiva, irracional, destructiva”.
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