Andrés Manuel López Obrador (3)
Por Alejandro MARIO FONSECA
CHOLULA.- Decía Federico
Nietzsche en Más allá del bien y del
mal, con relación al “problema obrero”, es decir al sindicalismo
beligerante en la Europa de finales del siglo XIX, que se trataba de un
problema de necedad: es la degeneración
del instinto, la que arde en el fondo de todas las necedades, lo que hace que
haya problema obrero; ¿cómo se les ocurre darles lo que los convierte en amos?
Más allá del bien y del mal o
Preludio de una filosofía del futuro es uno de los textos fundamentales de
la filosofía del siglo XIX, del filósofo alemán. Se trata de una especie de traducción
de todo lo que ya había dicho metafóricamente en su obra maestra Así habló Zarathustra.
Publicada en 1886, la obra no recibió en un principio mucha atención.
Nietzsche atacaba lo que consideraba la vacuidad moral de los pensadores de su
siglo: la falta de sentido crítico de los
ilustrados (auto denominados moralistas) y su pasiva aceptación de la moral
judeo cristiana heredada.
Ya lo había yo leído desde la prepa y hoy que lo releo, me doy cuenta
de su enorme actualidad. Además recorre todos los temas fundamentales de la
madurez filosófica de Nietzsche y puede
leerse como un resumen de toda su obra.
El “Peje” ya da
muestras de hartazgo
Traigo a colación esta cita de Nietzsche porque da justo en el blanco.
Nos permite entender el viacrucis en el que se embarcó López Obrador desde su
primera juventud. Y ahí lo vemos “puebleando, luchando, creando poder popular”.
¿Cuántos años lleva haciendo eso? Pues muchos, cuarenta o más, yo creo
que es el único mexicano que conoce todos los pueblos y rincones de nuestro
país. ¡Qué aguante!, sin embargo, ya debe estar aburrido, por eso es que se
tomó un “respiro” y se fue a “pueblear” a los Estados Unidos.
Pero no le ha ido del todo bien. Durante su visita a Nueva York,
Estados Unidos, el dirigente del partido Morena y aspirante presidencial,
Andrés Manuel López Obrador, fue increpado al dar un discurso y durante uno de
sus traslados.
En las calles, un hombre se acercó a la camioneta donde López Obrador
iba de copiloto, y aunque el vehículo iba en movimiento le lanzó preguntas,
mientras sostenía una camiseta que tenía estampados los rostros de los 43
normalistas de Ayotzinapa que desaparecieron en 2014.
¡Ya cállate
chachalaca!
Y claro que ya está cansado, nada más hay que ver el detalle del
acontecimiento:
“Soy padre de Jorge Antonio Tizapa Legideño”, le alcanzó a decir a
López Obrador, en medio del ruido.
“Pero le tienen que reclamar al Ejército, a Peña, no a mí”, respondió
el político de Morena.
“Dos preguntas, cuando, lo que hizo Aguirre, cuando fue gobernador
interino mataron a dos estudiantes de Ayotzinapa, y usted formaba parte del
PRD”, insistió el manifestante.
Entonces López Obrador lo llamó provocador. “No sea provocador”, dijo
al hombre de sudadera azul.
“No soy provocador, señor”, le respondió.
“Qué has hecho con los Abarca, qué has hecho con Aguirre, cuando
fuiste del PRD”, insistió el manifestante.
Ante esa insistencia, en un momento antes de alejarse, López Obrador
le gritó “cállate”
Desde luego que el incidente es menor, si lo vemos a la luz de toda
una vida dedicada a luchar por las causas populares de los mexicanos. Pero me
recordó aquello de “ya cállate chachalaca” que le gritó al presidente Vicente
Fox en mayo de 2006. Para mi gusto, el máximo líder de la izquierda mexicana ya
está más que cansado, harto.
¿Se trata de un necio
o de un hombre perseverante?
Y contra viento y marea el “Peje” sigue en campaña. Ahora que se
acercan las elecciones presidenciales del 2018 vuelve a ser el “enemigo a
vencer”. Sus detractores le han dicho de todo, desde los más cultos como
Enrique Krauze que lo llamó “mesías tropical”; hasta los calificativos más
variados de todo tipo, tanto de reconocimiento y apoyo, como de repudio y
burla: ingenuo, comparsa, ladino, reformador, populista, necio, carismático,
etcétera.
La verdad es que pueden decirle de todo, menos corrupto y desobligado.
El señor quiere ser presidente y ahora parece que lo va a lograr, pero no tanto
por sus propios méritos, sino porque la clase política tanto del PRI como del
PAN, salvo honrosas excepciones, está podrida.
Mucho me temo que cuando lleguemos a las urnas en el 2018 vamos a ser
muchos los que nos la vamos a jugar y votaremos por él; y ahora sí, es probable
que gane. Y es que no hay de otra.
Pero también puede ser que vuelva a perder, el problema es que va a
enfrentarse al mismo monstruo que lo ha acosado durante toda su vida: la
corrupción electoral. En el 2006 no contó con apoyo suficiente para defender
sus votos en las urnas, por eso “haiga sido como haiga sido” perdió. En el 2012
perdió ante una tremenda campaña costosísima de compra de votos y de
manipulación televisiva.
¿Ahora sí habrá aprendido la lección? Necio es el que cae en los
mismos errores por ignorancia, por imprudencia. Perseverante es el que se
mantiene constante en sus propósitos, el que corrige y al final llega. Ya
veremos.
0 comentarios:
Publicar un comentario