Vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo
Por Eugenio LIRA RUGARCÍA
MATAMOROS.- Los magos de
oriente, científicos de su época, no se dejaban deslumbrar. Sabían que las
cosas del mundo, aunque tienen su valor, son pasajeras. Por eso esperaban algo
más. Esta apertura les permitió unir fe y razón para captar la señal que les
conduciría a quien hace la vida por siempre feliz: Jesús.
Así, cuando observaron un gran fenómeno astronómico, lograron
comprender su significado a la luz de las profecías, que habrían escuchado de
los judíos que vivían en Babilonia, acerca del Salvador, cuya llegada sería
anunciada por una estrella. Y con valentía se pusieron en marcha para
encontrarlo.
Pero ya de camino, quizá por las tormentas del desierto, perdieron de
vista la estrella. ¿Qué hicieron? ¿Dar marcha atrás, enojados y desilusionados?
¡No! Siguieron adelante. Buscaron ayuda y encontraron la respuesta en la
Palabra de Dios consultada por los eruditos que Herodes convocó. ¡Entonces la
estrella reapareció y los guio hasta el niño que tanto buscaban!
Así encontraron, como dice san Pedro Crisólogo, “el cielo en la
tierra, la tierra en el cielo, el hombre en Dios, Dios en el hombre, y a aquel
a quien no puede contener el universo encerrado en un pequeño cuerpecillo. Y al
verlo, lo aceptan sin discusión, como lo demuestran sus dones simbólicos: el
incienso, con el que profesan su divinidad; el oro, expresión de la fe en su
realeza; la mirra, como signo de su condición mortal”. Esa mirra que, explica
san Agustín, “anuncia que había de morir por la salvación de todos”.
A pesar de que a causa del pecado la tierra esté cubierta por las
tinieblas del egoísmo, el relativismo, el materialismo, la injusticia, la
inequidad, la pobreza y la violencia; y a pesar de la espesa neblina de la
enfermedad, las penas, los problemas y la muerte, ¡sobre nosotros resplandece
el Señor! Apresurémonos, como aconseja el Papa, “para recibir la gracia que él
nos ofrece”. ¡Nos hace coherederos de su vida por siempre feliz!
Y si las tormentas de la vida nos hacen perder de vista la estrella
que nos conduce a Dios, ¡nada de enojarnos, decepcionarnos y “tirar la toalla”!
Sigamos adelante y busquemos ayuda. Así, especialmente a través de María,
encontraremos a Jesús. No nos decepcionemos al ver que se nos muestra tan
frágil. Como los magos, comprendamos que con él inicia un proceso
extraordinario que ha de llevarlo todo a la perfección.
Reconozcámoslo Dios y salvador, que nos muestra el camino para estar
con él y ser por siempre felices: el amor. Así no nos dejaremos engañar por los
“Herodes” que, buscando su propio beneficio, se hacen pasar por “humanos”,
“abiertos” y “tolerantes”, cuando en realidad pretenden destruir la verdad que
nos salva. Como los magos, cambiando de ruta nuestra vida, volvamos a casa y a
nuestros ambientes, comunicando a todos el amor y la felicidad que sólo Jesús
puede dar.
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