Molesto, pero necesario pagar impuestos
Por Edmundo TLACUILO ALMAZÁN
CHOLULA.- Ciertamente que
no hay tarea más ingrata, ni más indispensable al mismo tiempo para cualquier
gobierno del mundo, que la imposición y la recaudación de las contribuciones
que cada ciudadano, cualquiera que sea su condición económica.
Tiene que pagar a la Hacienda Pública, para el sostén del mismo
aparato de gobierno y para hacer frente a los gastos e inversiones que no
corresponden, no puede o no deben efectuar los particulares, la esencia de la
dificultad estriba en dos cuestiones básicas: 1.- Cómo lograr que el ciudadano
comprenda y acepte de buena gana como necesidad ineludible el pago de impuestos
para financiar los gastos gubernamentales; 2.- Cómo debe diseñar el sistema
impositivo para que todo mundo lo perciba equilibrado y justo, es decir, para
que nadie sienta que se le trata con más dureza que a su vecino, que
eventualmente goce de mejor situación económica, en relación con la primera
cuestión.
La experiencia de varios siglos de política fiscal, ha demostrado que
no basta, ni con mucho, una explicación amplia, clara, educativa y convincente,
para que el ciudadano acepte plenamente, y cumpla con gusto o cuando menos con
buena voluntad su obligación tributaria; que es necesario además que el
contribuyente perciba con toda claridad el beneficio real y concreto que en
reciprocidad se deriva del desempeño eficiente del gobierno.
Es indispensable que el hombre de la calle reciba puntualmente la
parte proporcional de los frutos contantes y sonantes que a esfuerzo
corresponde. Tales como obra material, más y mejores oportunidades de
desarrollo social y humano para todos, en particular para los que menos tienen,
y servicios básicos de calidad como educación, salud, vivienda, agua potable, y
un ambiente sano para la población y no basta con eso, el ciudadano medio no se
conforma ya con el puro bienestar material, exige además libertad individual
plena; derechos políticos, sociales y legales efectivos y garantizados, trato
respetuoso y atención verdadera a sus reclamos, demandas y necesidades básicas
por parte de los funcionarios, que en teoría, están a su servicio, y en los
hechos dependen de sus impuestos para vivir y desempeñar el cargo.
Ya el barón de Montesquieu, con su estilo conciso y preciso, lo dijo:
“…cómo pagar tributos considerables a un gobierno que cobra y no corresponde
con beneficio alguno…”, visto así las cosas, parece obvio que no son solo los
ciudadanos quienes necesitan de una comprensión clara y profunda de que son y
para que deben servir los impuestos recaudados por el Estado, quizá la
necesiten más todavía los funcionarios que, amparados tras el “poder del
escritorio” (burocracia) y olvidándose de la verdadera relación entre ellos y
el contribuyente, no solo niegan a los
menesteroso sus demandas más sentidas y elementales poniendo por encima
de ellos sus propios “planes de inversión y desarrollo” sus intereses
personales o de grupo, y hasta sus simples caprichos, sino que, todavía más,
los maltratan, ofenden y amenazan, directamente y a través de la prensa a su
servicio, pasando brutalmente por encima de sus derechos tutelados por la
legislación vigente a este tipo de “políticos” es a quien creo que le haga
falta o al menos no le perjudica conocer el punto de vista del barón
Montesquieu al respecto: Cabe la pregunta ¿A cuántos de nuestros funcionarios
les viene el saco?
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