CHOLULA. - Para casi todos los mexicanos, el nombre de Pedro Tamayo, es un
perfecto desconocido. Quizá hoy que ya pasó a mejor vida, alguien lo grave en
su mente, cuando menos por un tiempo, en lo que pasa el sensacionalismo y morbo
de su muerte.
Pedro Tamayo, fue otro de tantos periodistas que han caído
masacrados por las balas asesinas de comandos que abundan en Veracruz. Un
comando de asesinos a los que, según lo dicho por su viuda, fueron protegidos
por los policías estatales para escapar; Dijo también que su esposo yacía
herido y esos policías evitaron que lo asistieran médicamente, hasta que dejó
de respirar. ¿De qué se trata esto? Tal parece que hay una guerra contra este
gremio en ese Estado del Virrey Duarte.
Pues van al derredor de 18 en esta Duarteña administración y lo
peor, que han quedado impunes. Nadie sabe, nadie supo, como decía el Monge
loco.
Halagan con la Boca y Muerden con la Cola
Nuestros gobernantes hasta se desencaminan para dar pésames de
difuntos en otro país, como seguido lo hace nuestro primer mandatario y acá en
el suyo, proliferan los mexi-difuntos todos los días y ni un pelo mueve.
Claramente se ve que hoy hay más muertos por armas de fuego, que
antes que nos desarmaran a cambio de una simple despensa. El gremio de los
periodistas, en sus actividades, lleva implícito el peligro de muerte en toda
hora y lugar, dependiendo de los malos manejos que descubra.
En Veracruz deben ser muchos, porque van en relación directa a los
caídos en el cumplimiento del deber de informar. Es un récord sin precedentes.
Pero hay una cuestión más grave aún: que quienes trabajan en este ramo, pocos
son los que protestan y toman en serio, como si estos casos fueran en propia
carne, pero la mayoría calla. Hay apatía e insolidaridad en la defensa de
quienes ejercen esta peligrosa actividad.
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