“Un
mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros” (cf. Jn 13,31-35)
Por Eugenio
LIRA RUGARCIA
PUEBLA.- Todos queremos ser felices. Y
algo nos dice que esto se alcanza experimentándonos incondicional e
infinitamente amados. Pero, ¿quién puede brindarnos un amor así? La vida enseña
que las personas o nos aman condicionadamente, o nos fallan, o se mueren.
Entonces, ¿quién podrá darnos un amor perfecto? Solo Dios, que es bueno y
cariñoso con todas sus criaturas [1].
Este Dios se
ha hecho uno de nosotros en Jesús y ha entrado en nuestra vida para liberarnos
del pecado que nos cierra al amor, llenarnos de su Espíritu de Amor y hacernos
hijos suyos, partícipes de su vida plena y eternamente feliz, que consiste en
amar.
“Jesús
–comenta el Papa–, “quiso introducir a los suyos en el misterio de la Vida, en
el misterio de su vida. Les mostró –comiendo, durmiendo, curando, predicando,
rezando– qué significa ser Hijo de Dios” [2]. Ser hijo de Dios significa vivir
amando ¡Ese es el camino de la felicidad!
Por eso
Jesús, que nos ha amado hasta dar la vida para darnos vida, nos dice: “Un
mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros, como yo los he
amado”. Amando como Él participamos de su poder, capaz de vencer al pecado, al
mal y a la muerte, y de hacer triunfar la verdad, el bien, el progreso y la
vida.
Benedicto
XVI explica que el amor, que abarca todas las potencialidades humanas, "es
preocuparse y ocuparse por el otro"[3]. Es ayudar a la familia y a los
demás a tener una vida digna, a realizarse, a encontrar a Dios, a ser felices.
“Que esté en ti la raíz del amor –dice san Agustín– porque de esta raíz no
puede salir nada que no sea el bien”[4].
Es cierto
que amar es difícil, porque en esta tierra pasamos por muchas penas y
problemas. Sin embargo, Jesús nos ha demostrado que con la ayuda de Dios
podemos seguir adelante ¡Perseveremos en la fe!, como nos animan Pablo y
Bernabé[5]. Así llegaremos a la morada de Dios, donde “ya no habrá muerte ni
duelo, ni penas ni llantos”[6]. ¡Vale la pena!
[1] Cf. Sal
144.
[2] Misa con
sacerdotes, consagrados, religiosas y seminaristas, Morelia, 16 de febrero de
2016.
[3] Deus
caritas est, 17, 4, 5, 6.
[4] In
epistulam Ioannis ad Parthos 7, 8.
[5] Cf. 1ª
Lectura: Hch 14,21-27.
[6] Cf. 2ª.
Lectura: Ap 21,1-5.
0 comentarios:
Publicar un comentario