CHOLULA.- Desde principios de los años
70, se empezó a contemplar el problema de la contaminación ambiental; después
de casi medio siglo, este, se ha acentuado, sobre todo en la ahora CDMX.
Las
preocupaciones de funcionarios en turno, han sido por lo político; lo quieren
controlar solamente a través de la verificación vehicular, la que ha servido lo
mismo que una lavativa a un muerto y como medio recaudatorio.
Cerraron la
refinería de Azcapotzalco, la que en un tiempo estuvo fuera de la ciudad, pero
la mala planeación del crecimiento en muchos aspectos, los asentamientos
habitacionales la ahogaron y la quitaron; no hubiera sido necesario, pues ya
había tecnología suficiente para evitar la emisión de contaminantes. Pero se
optó por lo más fácil.
Hoy hay
intenciones de poner refinerías, para bajar el gasto de las importaciones de
gasolina y lograr mejor calidad, pero solo han hecho las bardas. Y quieren
cerrar la de Tula. En el mismo caso estuvo la Procter and Gamble y otras
compañías.
Éramos Muchos y Acaba de Parir la Abuela
Con hacer
más rígida la verificación, solo lograrán encarecer la corrupción, la que no ha
tenido los resultados esperados. Se requiere mejor calidad de gasolinas, no hay
razón para que haya de 2 (Nova y Premium); desde ahí está el problema; una sola,
pero buena.
Tendrán que
vigilar la calidad que nos vendan las compañías transnacionales y, si
despacharán litros de a litro (Sería el fin de Pemex). Si no dan ciertas
garantías, ¿De qué nos sirve abrirles el mercado? Porque está visto que todos
nos quieren como eso: MERCADO.
No se
requieren tantos puentes y segundos pisos, sino un transporte colectivo
eficiente y una buena planeación del crecimiento urbano. Por cuestión de salud,
la verificación, como cualquier vacuna (Anti corrupción) DEBERÍA SER GRATIS.
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