CHOLULA.- Por tu santa letra sé que con
Cristo reinaré, yo que tan indigno soy, por tú luz al cielo voy, santa Biblia
para mí, eres un tesoro aquí, eres infalible voz, del espíritu de Dios, que
vigor al alma da, cuando en aflicción está, tú me enseñas a triunfar, de la
muerte y del pecar.
La palabra
Biblia viene de las palabras griegas Biblos, libro de las genealogía de
Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham, Mt. 1-1, y biblión (forma
diminutiva) y se le dio el libro del profeta Isaías y habiendo abierto el libro
halló el lugar doned estaba escrito, LC. 4-7, que significan “libro”.
Los libros
antiguos se escribían en el junto del diblo o papiro, y de estas prácticas vino
el nombre griego “Biblos”, finalmente se aplicó a los libros sagrados, como
está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías que dice: Voz del
que clama e el desierto; Preparad el camino del señor, enderezad sus sendas,
Lc. 3-4.
Pues el mismo David dice en el libro de los Salmos:
Dijo el señor a mi señor; siéntate a mi diestra Lc. 20-42.
Pero
respecto a que los muertos resucitan, ¿No habéis leído en el libro de Moisés,
como les habló Dios en la Zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios
de Isaac y el Dios de Jacob. Mr. 12-26. Porque está escrito en el libro de los
salmos: Sea hecha desierta su habitación y no haya quien more en ella y; tome
otro su oficio, Hch. 1-20. Y Dios se apartó y los entregó a que rindiesen culto
al ejército del cielo, como está escrito en el libro de los profetas, ¿A caso
me ofrecisteis víctimas y sacrificios, en el desierto por cuarenta años, casa
de Israel? Hch. 7-42.
La Biblia no
fue un libro, sino “El Libro” por la importancia de las diferentes materias,
amplitud y alcance, la majestad de su autor “Antiguo y Nuevo Testamento”, la
palabra Testamento, significa “pato” es el término que Dios tuvo a bien usar
para designar la relación que existía entre él y su pueblo, de igual manera
después que hubo cenado tomó la copa diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se
derrama, Lc. 20-20.
Así mismo
tomó también la copa, después de haber cenado diciendo ¡Esta copa es el renuevo
de mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis en menor de mí, I.
CO. 11-25. El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto,
no de la letra, sino del espíritu, porque la letra mata, más el espíritu
vivifica, 2. CO 3-6. Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el
día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no
descubierto, el cual por Cristo es quitado, 2. CO. 3-14.
Así que por
eso es mediador de un nuevo pacto para que interviniendo muerte para la
remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados
recibían la promesa de la herencia eterna, He. 9-15. A Jesús el mediador del
nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel, He. 12-25.
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