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La matanza de Cholula

Written By Unknown on domingo, 18 de octubre de 2015 | 21:13

Por Ing. Julián ROMERO TEHUITZIL

Primera parte 

CHOLULA.- Cuando se hubo llegado, se dieron gritos, se hizo pregón: los guías, y también los hombres del pueblo.

Hubo reunión en el atrio del dios.

Pues cuando todos se hubieron reunido, luego se cerraron las entradas: por todos los sitios donde había entrada.

En el momento hay acuchillamiento, hay muertes, hay golpes. - ¡Nada en su corazón temían los de Cholula!

No con espadas, no con escudos hicieron frente a los españoles.

No más con perfidia fueron muertos, no más como ciegos murieron, no más sin saberlo murieron.

No fue más que con insidias se les echaron encima los de Tlaxcala.

La versión tlaxcalteca de la matanza de Cholula,  (Texto original en castellano)

La matanza de Cholula (Lienzo de Tlaxcala)
De manera que desde allí en adelante no se trataba de otra cosa (entre los españoles) que de hacer gente contra los Culhuas Mexicanos, lo cual dentro de muy breve tiempo se hizo por no dar lugar a que éstos se confederasen con los tlaxcaltecas. Y por evitar malos pensamientos y otras nuevas ocasiones y propósitos, procuró Cortés de no dejar de la mano a sus nuevos amigos y confederados, usando como siempre de sus astucias como astuto capitán de la buena ocasión que presente tenía.

Hecha su gente comenzaron a marchar y mover sus ejércitos españoles y tlaxcaltecas con mucho orden de su milicia, número y copia de gentes y bastimentos bastantes para tan grande empresa, con muy principales y famosos capitanes ejercitados en la guerra según su uso y manera antigua.

Fueron por capitanes Piltecuhtli, Acxoxéatl, Tecpanécatl, Cahuecahua, Cocomitecuhtli, Quauhtotohua, Textlipitl, y otros muchos que por ser tantos y tanta la variedad de sus nombres, no se ponen, sino los más señalados que siempre tuvieron fidelidad con Cortés hasta el cabo de su conquista.

La primera entrada que se hizo fue por la parte de Cholula, donde gobernaban y reinaban dos Señores que se llamaban Tlaquiach y Tlalchiac, que siempre los que en este mando sucedían eran llamados de este nombre, que quiere decir el mayor de lo alto y el mayor de lo bajo del suelo.

Entrados pues por la provincia de Cholula, en muy breve tiempo fue destruida por muy grandes ocasiones que para ello dieron y causaron los naturales de aquella ciudad. La cual destruida y muerta en esta entrada gran muchedumbre de cholultecas, corrió la fama por toda la tierra hasta México, donde puso horrible espanto, y más en ver y entender que los tlaxcaltecas se habían confederado con los "dioses", que así generalmente eran llamados los nuestros (los españoles) en toda la tierra de este nuevo Mundo, sin poderles dar otro nombre.

Tenían tanta confianza los cholultecas en su ídolo Quetzalcohuatl, que entendieron que no había poder humano que los pudiese conquistar ni ofender, antes acabar a los nuestros en breve tiempo, lo uno porque eran pocos, y lo otro porque los tlaxcaltecas los habían traído allí por engaño a que ellos los acabaran, pues confiaban tanto en su ídolo, que creían que con rayo y fuego del cielo los habían de consumir y acabar y anegar con aguas.

Decíanlo así, y lo publicaban a grandes voces diciendo: dejad llegar a estos advenedizos extranjeros, veamos que poder es el suyo, porque nuestro dios Quetzalcohuatl está aquí con nosotros, que en un improviso los ha de acabar; dejadlos, lleguen esos miserables, veámoslos ahora, gocemos de sus devaneos y engaños que traen, son locos de quienes se fían aquellos sométicos (sodomitas) mujeriles, que no son más que mujeres bardajas de sus hombres barbudos, que se han rendido a ellos de miedo. Dejadlos lleguen a los alquilados, que bien les han pagado la vida a los miserables. Mirad a los ruines tlaxcaltecas, cobardes, merecedores de castigo: como se ven vencidos de los mexicanos, andan a buscar gentes advenedizas para su defensa. ¿Cómo os habéis trocado en tan breve tiempo, y os habéis sometido a gente tan bárbara y advenediza, extranjera y en el mundo no conocida? Decidnos de dónde los habéis traído alquilados para vuestra venganza. ¡Oh miserables de vosotros que habéis perdido la fama inmortal que teníais de vuestros varones ascendientes de la muy clara sangre de los antiguos teochichimecas,

pobladores de estas tierras inhabitables! ¿Qué ha de ser de vosotros gente perdida? Mas aguardad que muy presto veréis el castigo sobre vosotros que hace nuestro dios Quetzalcohuatl.

Estas y otras cosas semejantes decían, porque tenían entendido que en efecto se habían de abrasar con rayos de fuego que del cielo habían de caer sobre ellos, y que de los mismos templos de sus ídolos habían de salir y manar ríos caudalosos de agua para los anegar, así a los de Tlaxcala como a los nuestros, que no poco temor y espanto causaban a los amigos tlaxcaltecas creyendo que sucediese así como decían los cholultecas. Decían, especialmente los pregoneros del templo de Quetzalcohuatl, todo esto que así lo publicaban.

Mas, visto por nuestros tlaxcaltecas que nuestros españoles apellidaban a Santiago, y comenzaban a quemar los españoles los templos de los ídolos y a derribarlos por los suelos, profanándolos con gran determinación, y como no veían que hacían nada, ni caían rayos, ni salían ríos de agua, entendieron la burlería y cayeron en la cuenta de cómo era todo falsedad y mentira.

Tornaron así cobrando tanto ánimo, que como dejamos referido hubo en esta ciudad tan gran matanza y estrago, que no se puede imaginar; de donde nuestros amigos quedaron muy enterados del valor de nuestros españoles, y desde allí en adelante no estimaban acometer mayores crímenes, todo guiado por orden divina, que era Nuestro Señor servido que esta tierra se ganase y rescatase y saliese del poder del demonio.

Antes que esta guerra se comenzara, fueron enviados mensajeros y embajadores de la ciudad de Tlaxcala a los cholultecas, a rogarles y requerirlos por la paz, enviándoles a decir que no venían a buscar a ellos, sino a los de Culhua, culhuacanenses mexicanos, que como está dicho, éste era el nombre y apellido Culhuaque porque habían venido de las partes de Culhuacan de hacia la parte del poniente, y mexicanos porque así se llamaba la ciudad de México donde estaban poblados con supremo poder: fueles enviado decir por los de Tlaxcala que se vinieran y de parte de Cortés, que se viniesen y diesen de paz, y no tuviesen temor que los hombres blancos y barbudos les hiciesen daño, porque era muy principal gente y muy noble, que querían su amistad, y así les rogaban como amigos los recibiesen de paz, pues haciéndolo así serían bien tratados de ellos y que no les harían ningún mal tratamiento, porque de otra manera si los enojaban era gente muy feroz, atrevida y valiente, que traían armas aventajadas y muy fuertes de hierro blanco.

Decían esto a causa de que entre ellos no había hierro sino cobre, y que traían tiros de fuego y animales fieros que los traían de trailla atados con cordeles de hierro, y calzaban y vestían hierro, y de cómo traían ballestas fortísimas, y leones, y onzas muy bravas que se comían las gentes, lo cual decían por los perros lebreles y alanos muy bravos que en efecto traían los nuestros, que fueron de mucho efecto, y que con estas cosas no se podían escapar ni tener reparo, si los "dioses" se enojaban y no se entregaban de paz, lo cual les parecía a ellos muy bien por excusar mayores daños. Y que les aconsejaban como amigos lo hiciesen así.

Se despide su amigo ING Julián Romero Tehuitzil, colibrifuerte2001@yahoo.com.mx

La Caja de Cartón.,  email:     tlciudadana@gmail.com....www.tlciudadana.com.mx de tus amigos


Segunda Parte.-

Por Ing. Julián Romero Tehuitzil.

Muerte del enviado tlaxcalteca


Mas sin hacer caso de estas cosas no quisieron sino seguir su parecer de no darse, sino morir antes, y en lugar de este buen consejo y buena respuesta a los de Tlaxcala, desollaron vivo la cara a Patlahuatzin su embajador, persona de mucha estima y principal valor. Y lo mismo hicieron de sus manos que se las desollaron hasta los codos, y cortadas las manos por las muñecas, que las llevaba colgando. Y le enviaron de esta manera con gran crueldad, diciéndole así: andad y volved y decid a los de Tlaxcala y a esos otros andrajosos hombres, o dioses o lo que fuesen, que son esos que decís que vienen, que eso les damos por respuesta.

Y así se vino el pobre embajador con harta lástima y dolor, el cual puso terrible espanto y pena en la república, siendo uno de los gentiles y hermosos hombres de esta Señoría, dispuesto y bien agestado; y visto tan gran atrevimiento y vil tratamiento, de que murió Patlahuatzin en servicio de su patria y república, donde deja eterna fama entre los suyos como lo refieren en sus enigmas y cantares. Fueron indignados los tlaxcaltecas, pues recibieron por grande afrenta una cosa que jamás había pasado en el mundo; que los semejantes embajadores eran tenidos en mucho y honrados de los reyes y señores extraños que con ellos comunicaban las paces, guerras y otros acontecimientos que entre las provincias y reinos suelen suceder.

Y así con esta indignación dijeron a Cortés: "Señor muy valeroso, en venganza de tan gran desvergüenza, maldad y atrevimiento, queremos ir contigo a asolar y destruir aquella nación y su provincia, y que no quede a vida gente tan perniciosa, obstinada y endurecida en su maldad y tiranía, que aunque no fuera por otra cosa más de por ésta, merecen castigo eterno, pues que en lugar de darnos gracias por nuestro buen comedimiento, nos han querido menospreciar y tener en tan poco por amor de ti."

El valeroso Cortés les respondió con rostro severo diciéndoles de esta manera: "Que no tuviesen pena, que él les prometía la venganza de ello", como en efecto lo hizo así, por esto como por otras traiciones, se puso en ejecución darles guerra muy cruel, donde murieron grandes muchedumbres de ellos como se verá por la crónica que de la Conquista de esta tierra está hecha.

Decían los cholultecas que los habían de anegar en virtud de su ídolo Quetzalcohuatl, que era el ídolo más frecuentado de todos los que se tenían en esta tierra, y así el templo de Cholula lo tenían por relicario de los dioses.

Y decían que cuando se descostraba alguna costra de lo encalado en tiempo de su gentilidad, por allí manaba agua. Y porque no se anegasen mataban niños de dos o tres años, y de la sangre de éstos mezclada con la cal, hacían a manera de zulaque (Ref. 1)  y tapaban con ella los manantiales y fuentes que así manaban.

Y ateniéndose a esto decían los cholultecas que cuando algún trabajo les sucediese en la guerra de los dioses blancos y tlaxcaltecas, descostrarían y despostillarían todo lo encalado, por donde manarían fuentes de agua en que los anegasen, lo cual hicieron, pusieron en obra, cuando se pusieron en tan grande aprieto como en el que se vieron.

La ruina de Cholula

Lo cual aunque lo hicieron, no les aprovechó cosa alguna, de que quedaron muy burlados, y como hombres desesperados los más de ellos que murieron en aquella guerra de Cholula, se despeñaban ellos propios y se echaban a despeñar de cabeza arrojándose del Cu de Quetzalcohuatl abajo, porque así lo tenían por costumbre muy antigua desde su origen y principio, por ser rebeldes y contumaces como gente indómita y dura de cerviz, y que tenían por blasón de morir muerte contraria de las otras naciones y morir de cabeza.

Finalmente, los más de ellos en esta guerra morían desesperados matándose ellos propios. Acabada la guerra de Cholula entendieron y conocieron los cholultecas que era de más virtud el Dios de los hombres blancos y sus hijos más poderosos. Los tlaxcaltecas nuestros amigos, viéndose en el mayor aprieto de la guerra y matanza llamaban y apellidaban al Apóstol Santiago, diciendo a grandes voces: ¡Santiago!; y de allí les quedó que hoy en día hallándose en algún trabajo los de Tlaxcala, llaman al Señor Santiago.

Usaron los de Tlaxcala de un aviso muy bueno que les hizo Cortés, para que fueran conocidos y no morir entre los enemigos por yerro. Porque sus armas y divisas eran casi de una manera y habían en ellas poca diferencia, que como era tan gran multitud de gente la una y la otra, así fue menester, porque si esto no fuera, en tal aprieto se mataran unos a otros sin conocerse. Y así se pusieron en las cabezas unas guirnaldas de esparto a manera de torzales, y con esto eran conocidos los de nuestra parcialidad que no fue pequeño aviso.

Destruida en esta primera parte y entrada que se hizo en Cholula, y muerta tanta muchedumbre de gente, saqueada y robada, pasaron luego nuestros ejércitos adelante, poniendo grande temor y espanto por donde quiera que pasaban, hasta que la nueva de tal destrucción llegó a toda la tierra, y las gentes, admiradas de oír cosas tan nuevas, y de cómo los cholultecas eran vencidos y perdidos, los más de ellos muertos y destruidos en tan breve tiempo, y de cómo su ídolo Quetzalcohuatl no les había ayudado en cosa alguna ... (Ref. 2) 

(Ref. 1)  Zulaque: palabra derivada del árabe zulaca: betún, a propósito para tapar las junturas en los caños de agua.

(Ref. 2) Historia de Tlaxcala, por Diego Muñoz Camargo, lib. II cap. V.

Y Miguel León Portilla, Visión de los Vencidos, 

Se despide su amigo ING Julián Romero Tehuitzil, colibrifuerte2001@yahoo.com.mx

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