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Doña Maty, una mujer luchona, de sensibilidad humana

Written By Unknown on viernes, 9 de octubre de 2015 | 15:34

* Orgullosa de ser Lara Grajales e inculcó ese amor a sus hijos

Por Epigmenio ROJAS CASTRO

CHOLULA.- Doña Maty, como le decían con cariño y respeto a Matilde Castillo de Roldán, mujer alegre, con la sonrisa a flor de labios, trabajadora desde muy joven, ejemplo no solo para sus hijas e hijo, sino para muchos más, sensible ante las necesidades de otros, orgullosa de sus raíces, de su tierra natal Villa Rafael Lara Grajales, que presumía en cada oportunidad; y quien no pudo reponerse a la partida de su amado esposo Pedro “Perico” Roldán, a quien le fue a alcanzar en el más allá.

¿Quién no conocía a doña Maty?, como cariñosamente se le conocía, y es que su carácter alegre, fuerte, pero al mismo tiempo humano, lo mismo se detenía a platicar con el tendero, que con la marchanta a quien le compraba la fruta, su mandado, con la vecina para intercambiar opiniones de lo que ocurría en Cholula, su segunda tierra; o bien expresar su opinión en temas de tipo político.

Pero más allá de esa dama de baja estatura, que era más notorio cuando iba del brazo de su esposo Pedro “Perico” Roldán; se tenía a un mujer que llegó a Cholula de Rivadavia, cuando apenas tenía 16 años, viviendo con su hermana, quien tenía su domicilio en la avenida Hidalgo, casi frente a la panadería La Blanca, propiedad de los padres de ese joven simpático, de quien se enamoró a primera vista, y que por cierto a él le pasó lo mismo y ya no lo dejó regresar a su pueblo Villa Rafael Lara Grajales, a donde acudía de vez en cuando, pues toda su familia sigue radicando en aquellas tierras.

Enamorada del “Perico”, unió su vida para siempre, procreando a 5 hijos, Pedro, Gabriela, Claudia, + José, Maty y Karina, sus grandes tesoros, a quienes además de presumirlos como buena mamá, les demostraba su amor, exigiéndoles en la escuela, pero sobre todo enseñándoles a trabajar para ganarse la vida de manera honesta, y como les decía “una mujer trabajadora, en donde quiera tiene cabida”. Además logró ver crecer a 15 de sus nietos, y a unos días se quedó para conocer a su primera bisnieta, la cual por cierto está por llegar a este mundo.

Desde muy joven, siempre se supo ganar su dinero trabajando, vendía ropa, no le gustaba estar atenida a lo que su esposo le proporcionara, ya que le gustaba buen vestir, el buen comer, usar buenos perfumes y como toda dama, lucir joyería fina. Su actividad comercial que desarrollaba entre sus amistades y familiares, no le impedía estar al pendiente de su familia para quien todos los días guisaba, revisaba las tareas y de paso, estaba muy pendiente de su esposo, a quien acompañaba  todo evento social, o del tipo que fuera, una de las pocas parejas que siempre fueron vistas juntas, de un lado a otro, en la fiesta o en el velorio, en la feria o en la misa, dónde estaba ella, estaba él.

Lo que pocos saben de Doña Maty, fue su lado altruista, y es que no le gustaba divulgarlo, decía “Si se enteran, no voy a poder ayudar a tantos”, y así discretamente le tendía la mano a personas que estaban en un apuro, que requerían en esos momentos para una medicina o para un taco, una ropa que ponerse, y siempre les pedía no decir nada o no los volvería a ayudar, poniendo el ejemplo a sus hijas.
Le gustaba viajar, y lo hacía combinando su actividad comercial, pues iba por ropa de marca, como hoy le dicen o buena calidad como ella comentaba, y al mismo tiempo conocer y disfrutar de otras ciudades.

Esa inquietud de trabajar, la hizo hacer unos pasteles, que primero ofreció entre sus amigas y conocidas, luego logró, hace unos 20 años, ponerlos a la venta en la panadería de su esposo y familia, La Blanca, siendo la primera en tener lo más parecido a una pastelería en Cholula. Al paso del tiempo, también se puso a hacer gelatinas artísticas que de igual manera ofertaba en La Blanca.

Lo que nunca pudo ocultar, fue su ocupación por sus hermanos y hermanas, les ayudaba en todo momento, ya fuera dándoles un consejo, una palabra de aliento o ayudándoles en aquellos  momentos difíciles que llegaron a padecer. No toleraba que tuvieran problemas económicos y les ayuda, les demostraba el gran cariño y amor que les tenía, después de sus hijos, ellos eran sus grandes amores.

Todo tiene un principio y un fin, la vida misma es así y el gran amor de su vida, “Perico”, tuvo que dejar este mundo, ella demostraba una gran fuerza, se había convertido en el pilar de su familia, pero aunque pareciera había superado ese trance tan doloroso, la realidad es que nunca lo pudo superar, lo extrañaba, lo buscaba, le hacía falta. Finalmente llegó al final de su ciclo, derivado de una enfermedad, partió en ese viaje sin retorno, no sin antes platicar con sus hijas, darles los últimos consejos, el recordarles que como mujeres y madres, tienen una gran responsabilidad, y que ella tendría que emprender el encuentro con su amado, las dejaba segura de que tenían todo lo necesario para seguir adelante.

En Paz descanse “Doña Maty” Castillo de Roldán

19 de Agosto de 1949-21 de Septiembre de 2015
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