CHOLULA.- Voy a la ciudad celeste donde
las calles de oro son, donde en paz se mora siempre, en la célica mansión cuan
gozoso es el encuentro, de los que han pasado ya, la reunión de los creyentes
Dios, con ellos se hallará, ciudadano-a, vecino de una ciudad y disfruta de
todos derechos civiles mientras permanecemos en la tierra siendo peregrinos.
Este mundo no es nuestro hogar, nuestra confianza en el futuro se asienta en la
certeza de lo que Dios hizo por nosotros en Jesucristo, no importa la
situación, nunca te desesperes, -porque Cristo vive-. Si morimos con Cristo
creemos que también viviremos con él. Y si morimos con Cristo, creemos que
también viviremos con él, Ro. 6-8. Porque la paga del pecado es muerte, más la
dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús señor nuestro Ro. 6-23. La muerte
del justo es distinta a la muerte del incrédulo, la muerte es el paso al umbral
del palacio de Dios, el apóstol Pablo expresó: Porque de ambas cosas estoy
puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo lo cual es
muchísimo mejor, Fil 1-23. Deseo expresar lo que he experimentado respecto a la
muerte de un creyente, mi madrecita murió en mis brazos mientras cantaba a Dios
canción nueva, hay diferencia de la muerte de un incrédulo, cierta persona no
podía morir, gritos aterradores decía Ana toma el cuchillo y ven, mátame
entierrármelo en el corazón. La diferencia es tan grande como la diferencia
entre el cielo y el infierno; los cristianos demuestran un espíritu triunfante
el enfrentar la muerte Martín Lutero, expresó: Nuestro Dios es el Dios de quien
viene la salvación, Dios es el señor por quien escapamos a la muerte. Mis
oraciones se han convertido en alabanzas, Agustín Toplady, autor del himno Roda
de la eternidad, doña Mary en la ciudad de México anciana de 80 a 90 años de
edad, antes de morir oré por ella expresó y dijo, Señor Mario, veo a unos
hermosos niños rubios con apariencia de angelitos, cantan hermosas canciones,
están a mi lado; la muerte es la coronación del cristiano terminan los
conflictos y da inicio el comienzo de la gloria en el cielo. Por lo demás me
está guardada la corona de justicia, la cual me dará el señor, justo juez, en
aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida. 2.
Ti.4-8. Con la muerte es un descanso de todo trabajo. Oí una voz que desde el
cielo me decía: Escribe bienaventurados de aquí en adelante los muertos que
mueren en el señor, si, dice el espíritu descansarán de sus trabajos, porque
sus obras con ellos siguen; Ap. 14-13. Si somos fieles al señor os dirá “Has
sido fiel ven, siéntate en el vestíbulo del palacio real y descansa entra en el
gozo de tú señor”. Ese reposo no puede comenzar hasta que el ángel de la muerte
los tome de la mano y los acompañe a la gloriosa presencia de su señor, pero
confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al señor,
2. CO. 5-8. La muerte es una partida el apóstol Pablo se aproximó al valle de
la sombra de muerte, no tuvo miedo, anunció el tiempo de mi partida, está
cercana, porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida
está cercano, 2. Ti. 4-6. L a muerte es el comienzo, no el fin, es un paso a
nuestro viaje a Dios, la separación produce tristeza, hay esperanzas de
encontrarnos nuevamente, esa separación no será para siempre es por un momento.
La muerte es un paso a la puerta a la vida inmortal, se clausura con el
crepúsculo y se abre con el alba. Jesús dijo: No se turbe vuestro corazón,
creéis en Dios, creed también en mí, en la casa de mí padre muchas moradas hay,
si así no fuera, yo os lo hubiera dicho, voy, pues a preparada lugar para
vosotros. Y si me fuere y os lo hubiere dicho, voy, pues a preparad lugar para
vosotros. Y si me fuere, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que
donde yo estoy, vosotros también estéis, y sabéis a donde voy, y sabréis el
camino. Le dijo Tomas: Señor no sabemos a dónde vas; ¿Cómo, pues, podemos saber
el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene
al padre si no es por mí. Jn. 14-1 al 6. El secreto de la esperanza. El que
cree en el hijo tiene vida eterna, pero el que rehúsa creer en el hijo no verá
la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Jn. 3-36. Cuando el creyente
muere, va directamente a la presencia de Cristo, se dirige al cielo a pasar la
eternidad con Dios, la persona que rechaza el perdón de Dios que a ofrecido es
separado de Dios a un lugar reservado el infierno. ¡Oh hermano! ¿Cómo vives? Si
te llama hoy tu creador, ¿Listo estás a oír la cita? O ¿te agobia aquí el
terror? Dios te da mansión hermosa, al que triunfe sobre el mal; llegaremos
tras la lucha, a la patria celestial. Dios te ama.
Nuestra Ciudadanía Esta en el Cielo
Written By Unknown on domingo, 11 de enero de 2015 | 15:56
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