Primera parte
Por Andrés Zaca Nayotl
CHOLULA.- Desde sus primeros días de
vida, todo niño aprende a percibir lo que para ese entonces es su realidad, a
través de las impresiones que se hace de sí mismo y de su entorno, en base a
las vivencias que tenga en la relación con sus Padres, con las otras personas y
en la vida en general. Partiendo de esas impresiones, todo niño se sentirá
normalmente aceptado, amado y reconocido, o por el contrario puede sentirse
rechazado, o también puede percibir que la aceptación, el reconocimiento y el
amor que tanto necesita, solo lo obtiene en algunas oportunidades, dependiendo
del estado de ánimo de sus Padres o el de las personas que lo cuidan y de lo
que él haga o deje de hacer. Entonces el bienestar que el niño aprenda a crear
en su vida, siempre será el resultado de las impresiones que él se haga de
acuerdo a las miradas, palabras, entonación de la voz, los cuidados de sus
Padres y otras personas y de la atención que reciba ante cada llamado que haga, para que le satisfagan sus necesidades
de alimentación, protección, seguridad, salud y abrigo. De esta manera, partir
de esa relación y de las impresiones positivas o negativas, se estará formando
a un niño, seguro, que se siente aceptado, reconocido y valorizado, con buena
autoestima, o a un niño inseguro, que no se siente aceptado totalmente ni
valorizado, que padecerá la enfermedad más terrible que puede sufrir el ser
humano, como lo es: La no aceptación y
el rechazo personal
En esa relación familiar que forma
parte del mundo externo de nuestros niños, ellos construyen su mundo interno a
partir de las impresiones que se hagan, de lo que nosotros les mostremos, de
nuestra manera de pensar, de nuestras creencias, gustos y de la forma como
percibimos la vida en general. Entonces partiendo de todas estas influencias
externas, del trato que les demos, y de todo lo que observen en su entorno, se
harán las impresiones con las cuales construirán su autoestima, su identidad
personal y su mundo interior. A partir de esas mismas impresiones, nuestros
hijos y el ser humano en general, crea las imágenes y el sentir hacia si mismo,
el sentimiento hacia sus Padres, hacia las personas y la vida en general. De
esta manera, las impresiones se convierten, en el alimento diario, que
consumimos segundo a segundo para nutrir nuestra vida psicológica, cuya calidad
nutricional dependerá del tipo de impresión que nos hagamos y las imágenes que
se derivan de ellas, las cuales se convierten en nuestra única verdad.
Si revisamos la forma como nosotros
percibimos la vida y retrocedemos a la infancia, podemos darnos cuenta, que
todo niño vive convencido, de que sus padres son los portadores de la verdad.
Entonces partiendo de todo lo que el pequeño observe en las acciones,
reacciones de papá y mamá y los juicios que les hagan a sus comportamientos y a
él como persona, se hará unas impresiones de lo vivido, que pasaran a formar
parte de su identidad personal, de su auto imagen y autoestima. A partir de
esas impresiones y del proceso de captación y conceptualización que el niño
haga de su vida, escogerá instintivamente, el estilo de comportamiento que
considere adecuado y creara los rasgos en su personalidad, que le permitan
sentirse seguro y protegido dentro de su familia, escuela y sociedad. Al
reflexionar sobre estos aspectos, podemos entender, las razones que
caracterizan nuestra forma de ser y estilo de vida. Dentro de ese mundo de
impresiones iníciales y básicas del aprendizaje infantil, están: El
reconocimiento y las muestras de amor de los Padres hacia ellos, que los hagan
sentirse valiosos, como por ejemplo, cuando el niño, ya sabe imitar el ladrido
de un perro, el maullido del gato, el rugido de un león o también cuando lo
elogian, porque ya se toma su tetero solo y sin ayuda o cuando ya reconoce y
menciona el nombre de las partes de su cuerpo.
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