Soy operador
de unidades de urgencias y cada vez que salía de casa antes de cruzar la
puerta, le pedía a Dios me cuidara en mi trabajo y me permitiera regresar a
casa a lado de mi familia, llevaba mi maleta a mi espalda, no veía la hora de
llegar a mi trabajo, si algo sé, es que mi trabajo me gusta, raro para otras
personas, al llegar a mi trabajo saludo a mis compañeros y les pregunto qué tal
la guardia? Y me relatan y se me hace padre que se pudo ayudar a personas, me
apuraba a alistarme para estar atento a cualquier servicio que pueda salir, con
ansia pero aquí es donde empieza lo mejor:…
Ser operador
de ambulancia requiere de muchas cosas, buenos reflejos, ser muy atento y muy
astuto y sobre todo un gran corazón al sonar la chicharra de servicio, saltas
de la silla o de la cama o del desayuno, no importa la actividad que realizas
en ese momento, abordas tu ambulancia y la arrancas te fijas que todo esté en
orden y que los compañeros estén arriba y avanzas a toda velocidad, hay que
llegar al servicio por que nos necesitan, mientras le digo a mi copiloto paso?
Paso? y él me contesta si todo libre y tu aceleras y tu mente se concentra y tu
cuerpo se llena de adrenalina que te hace ser sigiloso mientras rebasas, frenas
y vuelves acelerar y de pronto alguien que no le importa que la sirena suene y
las luces destellen su retrovisor… buscas una opción para rebasarlo, mientras
la gente te mira y otros te gritan loco, o algunos piensan “ese va por la
comida o por los refrescos”, mientras tú sigues tu camino, llegas a la urgencia
tu compañero Paramédico valora y te dice que el lesionado esta “Grave”… esa
palabra lo cambia todo.
Subes a tu
lesionado a la ambulancia y te apresuras a llegar al hospital lo más rápido
posible, mientras la luz interior del Código Rojo te destella en la mirada que
tu compañero prende desde el interior de donde va dando atención y te pregunta
por donde vamos, cuanto falta por llegar? Y tú le respondes… ya mero,
apresúrate te dice él, esa carga es difícil de llevarla, así como la que lleva
en ese momento en la atención y lo más difícil es cuando te dice tu compañero…
detente y oríllate ya no hay nada que hacer, reporta a la base que manden al
Ministerio Público… golpeas el volante y te preguntas por que no pudimos
llegar.
Por eso ser
operador de ambulancia es un trabajo de respeto al igual que atender al
lesionado… porque en nuestras manos llevamos las vidas de nuestros compañeros y
las de los pacientes o lesionados… y que cualquier que por ir escuchando música
a todo volumen no escucha la sirena y no nos ceda el paso.
Hoy regrese
a casa con mi familia… pero tengo una pena que contarles, mañana será un nuevo
día y la oportunidad de “SALVAR VIDAS”.


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