Esos tiempos
ya pasaron. Ahora el gobernador se enfrenta a una oposición mejor estructurada
y respaldada desde el comité nacional priista. Una oposición con intenciones de
oponerse y disminuir el poder de un gobernante quien se destaca por sus
arrebatos, berrinches, caprichos y una que otra buena acción.
Y esto viene
a cuento porque en la firma del agregado al Pacto por México (adéndum) para
(dizque) vigilar que los programas sociales no se usen con fines electorales,
el presidente del PRI Pablo Fernández del Campo acusó “una elección de Estado”.
Es decir, que el gobernador (como todos) no respeta la ley en eso de separar
las elecciones y las acciones de gobierno.
No se trata,
en este espacio, de analizar el discurso de Fernández, sino de observar que el
gobernador ya no controla al PRI (el de Melquiades y Fernando Morales y el de
Humberto Moreira); que el gobernador ya no vive su luna de miel en la política
local (ni en la nacional); que el gobernador puede ser señalado públicamente y
cuestionado también; que el gobernador ¡ya! puede ser advertido y hasta
amenazado por sus opositores priistas.
Y todo esto
es posible, gracias a que Pablo Fernández no le debe el cargo a Moreno Valle,
sino a Jorge Estefan Chidiac (director de Bansefi) y a Blanca Alcalá
(Senadora).
Aun así,
este desequilibrio, falta de control y operación política del gobierno de
Moreno Valle no se veía ni se vivía en los tiempos de Fernando Manzanilla como
Secretario General de Gobierno ¡Vaya! antes sí había Secretario General de
Gobierno.
El Verdugo
Se suman los
asesinatos por asaltos a cuentahabientes. Crisis de seguridad en Puebla. Señor
gobernador, la sociedad le exige que se baje del teleférico, se baje de la
rueda de la fortuna, se baje del helicóptero, se salga de las elecciones y se
meta a darnos seguridad. El Verdugo dice: razón tenía Mario Marín cuando
advirtió que dejando de ser gobernador se desataría la inseguridad ¡Marín,
regresa!

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