Náhuatl:
lengua y cultura con raíces milenarias
Miguel
León-Portilla
CHOLULA. - Los pueblos que hablaron
náhuatl en la época prehispánica participaron en el desarrollo de una cultura.
Ésta de varias formas sobrevive en la actualidad a través de los hablantes de
náhuatl, muchos de los cuales conservan antiguas tradiciones con otras de la
cultura hispano-cristiana que se fue imponiendo a partir de la conquista.
Si
contemplamos un moderno mapa lingüístico de México y de una parte de América
Central veremos que son numerosos los lugares en los que hasta el presente se
habla alguna variante del náhuatl. Ello ocurre al sur del Distrito Federal, en
particular en la delegación de Milpa Alta; también, en mayor número, en
distintas regiones del estado de Puebla; asimismo en algunas comunidades de
Morelos, Tlaxcala, Hidalgo y estado de México.
Más allá de
la región central también se hablan variantes del náhuatl en Veracruz, San Luis
Potosí, Jalisco, Guerrero, Oaxaca y Tabasco. Existen pequeños núcleos en
Michoacán (región de Pómaro), Colima y Durango (mexicaneros de Mezquital) y en
Izalco, República de El Salvador. De acuerdo con el Instituto Nacional de
Población son cerca de dos millones quienes mantienen vivo el náhuatl.
Ahora bien,
en paralelo con lo que ocurrió entre los mayas, los zapotecos, mixtecos y
otros, se produjo desde muchos siglos antes de la conquista, en el Altiplano
Central de México, un desarrollo cultural de gentes de las que consta por
diversos testimonios que hablaban náhuatl o alguna variante antigua de dicha
lengua. Siendo creadores de instituciones sociales, políticas, religiosas y
económicas con características bien definidas, y al haber erigido centros
urbanos con templos y otros monumentos con un estilo propio y debiéndose a
ellos numerosas producciones históricas y literarias, se les reconoce como
poseedores de una cultura que, en razón de su lengua, ha recibido el nombre de
náhuatl.
Para
describir, al menos a grandes rasgos, lo que ha sido la cultura náhuatl pueden
adoptarse dos perspectivas: una sincrónica y otra diacrónica. La primera
implica acercarse a las principales creaciones e instituciones que configuran a
esta cultura en un momento determinado. La segunda atiende al desarrollo de la
misma a través de los siglos.
Existen
varias fuentes para intentar uno y otro acercamiento. Una aproximación en su
mayor parte sincrónica nos la proporciona fray Bernardino de Sahagún en su
magna Historia general de las cosas de Nueva España, conservada en náhuatl y
español en el Códice Florentino. Ahí se encuentran amplios testimonios acerca
de “las cosas divinas, humanas y naturales” de los nahuas. Tales testimonios,
trasmitidos a través de la oralidad y los códices, fueron reunidos por Sahagún
con sus colaboradores nahuas a mediados del siglo XVI. Bastaría con evocar los
títulos de cada uno de los libros de la Historia de Sahagún para ver cómo
abarca ella la totalidad de los aspectos y creaciones que integran la que hoy
se conoce como cultura náhuatl.
León-Portilla,
Miguel, “náhuatl: lengua y cultura con raíces milenarias”, Arqueología Mexicana
núm. 109, pp. 22-31.
• Miguel
León-Portilla. Doctor en filosofía por la UNAM. Miembro de las academias
mexicanas de la Historia y de la Lengua, de El Colegio Nacional y de la
National Academy of Sciences, E.U.A. Autor de numerosas publicaciones y
profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Miembro del Comité
Científico-Editorial de esta revista.
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