* Fiesta en
Sandoval de la Reina
* San Blas (muerto
316 d. C.), obispo de Sebastes (hoy Sivas, en Turquía) y mártir

Cuenta la
leyenda que Blas salvó en una ocasión la vida de un niño que se estaba
asfixiando por culpa de una espina. De este relato proviene la costumbre
católica de bendecir las gargantas el día de la festividad de San Blas, el 3 de
febrero. Además se le considera el santo patrón de los cardadores de lana
debido a la forma en que fue martirizado.
Un Santo
cuya fiesta comenzó a celebrarse en Sandoval de la Reina de una manera especial
a partir de 1834 con ocasión de haber San Blas protegido al pueblo durante una
epidemia por medio de una reliquia.
El día de
San Blas, durante la misa, se adora la reliquia. Se besa el relicario que la
contiene. Muchos creyentes de pueblos vecinos vienen a besarla con el fin de
buscar en el santo protección para los males de garganta; esperamos tenerles
este día muchos años más.
Las Candelas o La Candelaria
Fiesta en
Sandoval, por cercanía a la de San Blas.
Fue fiesta
desde tiempos romanos y de celtas, o como fiesta de las purificaciones (después
cristianizada con la Virgen en el Templo), mes de fuegos ceremoniales [candela]
para ahuyentar los malos espíritus de las cosechas y los ganados, así como de
los que se quejan de la salud, o de los enemigos. El 2 de febrero los romanos
iluminaban las calles de la ciudad con profusión de antorchas y teas en honor
de Februa, madre de Marte.
También
correspondían estos días a los carnavales romanos (Saturnalia), días del mundo
al revés: mandaban los esclavos, obedecían -algo y por cumplir con el ritual,
claro-- los señores. En todo caso, se tomó en la Edad Media como inicio del
periodo previo a la cuaresma: días de don Carnal o de disfrute, antes de que
llegara la estrecha.
Fiesta
cristiana:
(Fuente:
Archidiócesis de Madrid)
Esta fiesta
ya se celebraba en Jerusalén en el siglo IV.
La
festividad de hoy, de la que tenemos el primer testimonio en el siglo IV en
Jerusalén, se llamaba hasta la última reforma del calendario, fiesta de la
Purificación de la Virgen María, en recuerdo del episodio de la Sagrada
Familia, que nos narra San Lucas en el capítulo 2 de su Evangelio. Para cumplir
la ley, María fue al Templo de Jerusalén, a los cuarenta días del nacimiento de
Jesús, para ofrecer su primogénito y cumplir el rito legal de su purificación.
La reforma litúrgica de 1960 y 1969 restituyó a la celebración el título de
“presentación del Señor” que tenía al principio: la oferta de Jesús al Padre, en
el Templo de Jerusalén, es un preludio de su oferta sacrifical sobre la cruz.
Este acto de
obediencia a un rito legal, al que no estaban obligados ni Jesús ni María,
constituye una lección de humildad, como coronación de la meditación anual
sobre el gran misterio navideño, en el que el Hijo de Dios y su divina Madre se
nos presentan en el cuadro conmovedor y doloroso del pesebre, esto es, en la
extrema pobreza de los pobres, de los perseguidos, de los desterrados.
El encuentro
del Señor con Simeón y Ana en el Templo acentúa el aspecto sacrifical de la
celebración y la comunión personal de María con el sacrificio de Cristo, pues
cuarenta días después de su divina maternidad la profecía de Simeón le hace
vislumbrar las perspectivas de su sufrimiento: “Una espada te atravesará el
alma”: María, gracias a su íntima unión con la persona de Cristo, queda
asociada al sacrificio del Hijo. No maravilla, por tanto, que a la fiesta de
hoy se le haya dada en otro tiempo mucha importancia, tanto que el emperador
Justiniano decretó el 2 de febrero día festivo en todo el imperio de Oriente.
Roma adoptó
la festividad a mediados del siglo VII, y el Papa Sergio I (687-701) instituyó
la más antigua de las procesiones penitenciales romanas, que salía de la
iglesia de San Adriano y terminaba en Santa María Mayor. El rito de la
bendición de los cirios, del que ya se tiene testimonio en el siglo X, se
inspire en las palabras de Simeón: “Mis ojos han visto tu salvación, que has
preparado ante la faz de todos los pueblos, luz para iluminar a las naciones”.
Y de este rito significativo viene también el nombre popular de esta fiesta: la
así llamada fiesta de la “candelaria”.
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