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Las Candelas y San Blas

Written By Unknown on domingo, 1 de febrero de 2015 | 14:59

* Fiesta en Sandoval de la Reina 
* San Blas  (muerto 316 d. C.), obispo de Sebastes (hoy Sivas, en Turquía) y mártir

CHOLULA.- Cuando el emperador romano Licinio comenzó la persecución de los cristianos, Blas corrió hasta ser capturado y por negarse a renunciar a su fe, le quitaron la piel con peines de acero para la carda o limpieza de la lana y fue decapitado.

Cuenta la leyenda que Blas salvó en una ocasión la vida de un niño que se estaba asfixiando por culpa de una espina. De este relato proviene la costumbre católica de bendecir las gargantas el día de la festividad de San Blas, el 3 de febrero. Además se le considera el santo patrón de los cardadores de lana debido a la forma en que fue martirizado.

Un Santo cuya fiesta comenzó a celebrarse en Sandoval de la Reina de una manera especial a partir de 1834 con ocasión de haber San Blas protegido al pueblo durante una epidemia por medio de una reliquia.

El día de San Blas, durante la misa, se adora la reliquia. Se besa el relicario que la contiene. Muchos creyentes de pueblos vecinos vienen a besarla con el fin de buscar en el santo protección para los males de garganta; esperamos tenerles este día muchos años más.

Las Candelas o La Candelaria


Fiesta en Sandoval, por cercanía a la de San Blas.

Fue fiesta desde tiempos romanos y de celtas, o como fiesta de las purificaciones (después cristianizada con la Virgen en el Templo), mes de fuegos ceremoniales [candela] para ahuyentar los malos espíritus de las cosechas y los ganados, así como de los que se quejan de la salud, o de los enemigos. El 2 de febrero los romanos iluminaban las calles de la ciudad con profusión de antorchas y teas en honor de Februa, madre de Marte.

También correspondían estos días a los carnavales romanos (Saturnalia), días del mundo al revés: mandaban los esclavos, obedecían -algo y por cumplir con el ritual, claro-- los señores. En todo caso, se tomó en la Edad Media como inicio del periodo previo a la cuaresma: días de don Carnal o de disfrute, antes de que llegara la estrecha.

Fiesta cristiana:

(Fuente: Archidiócesis de Madrid)

Esta fiesta ya se celebraba en Jerusalén en el siglo IV.

La festividad de hoy, de la que tenemos el primer testimonio en el siglo IV en Jerusalén, se llamaba hasta la última reforma del calendario, fiesta de la Purificación de la Virgen María, en recuerdo del episodio de la Sagrada Familia, que nos narra San Lucas en el capítulo 2 de su Evangelio. Para cumplir la ley, María fue al Templo de Jerusalén, a los cuarenta días del nacimiento de Jesús, para ofrecer su primogénito y cumplir el rito legal de su purificación. La reforma litúrgica de 1960 y 1969 restituyó a la celebración el título de “presentación del Señor” que tenía al principio: la oferta de Jesús al Padre, en el Templo de Jerusalén, es un preludio de su oferta sacrifical sobre la cruz.

Este acto de obediencia a un rito legal, al que no estaban obligados ni Jesús ni María, constituye una lección de humildad, como coronación de la meditación anual sobre el gran misterio navideño, en el que el Hijo de Dios y su divina Madre se nos presentan en el cuadro conmovedor y doloroso del pesebre, esto es, en la extrema pobreza de los pobres, de los perseguidos, de los desterrados.

El encuentro del Señor con Simeón y Ana en el Templo acentúa el aspecto sacrifical de la celebración y la comunión personal de María con el sacrificio de Cristo, pues cuarenta días después de su divina maternidad la profecía de Simeón le hace vislumbrar las perspectivas de su sufrimiento: “Una espada te atravesará el alma”: María, gracias a su íntima unión con la persona de Cristo, queda asociada al sacrificio del Hijo. No maravilla, por tanto, que a la fiesta de hoy se le haya dada en otro tiempo mucha importancia, tanto que el emperador Justiniano decretó el 2 de febrero día festivo en todo el imperio de Oriente.


Roma adoptó la festividad a mediados del siglo VII, y el Papa Sergio I (687-701) instituyó la más antigua de las procesiones penitenciales romanas, que salía de la iglesia de San Adriano y terminaba en Santa María Mayor. El rito de la bendición de los cirios, del que ya se tiene testimonio en el siglo X, se inspire en las palabras de Simeón: “Mis ojos han visto tu salvación, que has preparado ante la faz de todos los pueblos, luz para iluminar a las naciones”. Y de este rito significativo viene también el nombre popular de esta fiesta: la así llamada fiesta de la “candelaria”.
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